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Ambos jóvenes se mantenían en el mismo lugar, Sunghoon rodeando el cuerpo de la chica mientras ella se dejaba caer en su pecho.
Minji pudo escuchar lo rápido que latía su corazón y le causó ternura.
- Heeseung quería dañarte, - comenzó él hablando, la sonrisa de la chica desapareciendo de sus labios - no podía permitirlo.
Ella levantó su cabeza para observar las facciones del chico, pero él miraba al horizonte, no queriendo hacer contacto visual con la chica o volvería a romperse.
- No sé qué le pasa últimamente, pero él no era así - suspiró al acabar la frase.
La chica volvió a dejarse caer en el pecho del chico, su respiración tranquilizándole.
- Solo espero que no te ponga ni un dedo encima - admitió él entre suspiros.
Dejó caer su cabeza contra la de la chica, relajándose al fin después del ajetreado día.
Minji ni sabía qué hora era, pero estar junto a Sunghoon se había convertido en una de sus cosas favoritas.
Aún más cuando el atardecer se estaba dando, ella agarró la mano libre del chico y entrelazaron sus dedos, dejándola caer en el regazo de la menor.
- Gracias - soltó ella de pronto.
Hubo silencio por parte del mayor pero supo que le escuchaba.
- Por protegerme y no dejarme sola - acarició el dorsal de la mano del chico con su pulgar.
Pequeñas risas salieron de la garganta del chico, causando que las mariposas volvieran al estómago de la chica.
- Gracias a ti, por quedarte junto a mi a pesar de todo - susurró el chico contra la oreja de Minji.
Ella sonrió ampliamente e hizo contacto visual con él.
Sunghoon intentaba memorizar todos los detalles de la chica que tenía entre sus brazos, la luz del atardecer quería hacerle competencia en belleza, pero su chica ganaba.
Él sonrió por sus pensamientos, la idea de 'su chica' no sonaba tan mal, es más, hasta causaba cosas raras dentro de él.
Minji dejó un pequeño pero suave beso en sus labios, sacándole de su trance.
- ¿Vamos por comida? No comiste nada esta mañana - ella frunció su ceño fingiendo estar enfadada.
Sunghoon rio y dejó un pequeño beso en la frente de la menor, levantándose del suelo y extendiéndole una mano.
Una vez ambos de pie, él se colgó ambas mochilas en su hombro y agarró la mano de la chica.
Rápidamente bajaron todas las escaleras del edificio a medio construir y caminaron por las vacías calles de la ciudad.
El mayor acercó a la menor a su cuerpo al pasar frente a un bar lleno de señores mayores ebrios.
- Me trae recuerdos de aquella noche - habló ella dejándose abrazar por el chico.
Sunghoon sonrió por el recuerdo, su mente se encontraba en un completo dilema en aquel momento, pero ahora estaba seguro de todo.
Minji le hacía sentir.
Le hacía sentir querido, le hacía sentir vivo.
Y él quería hacerlo recíproco, quería devolverle todo lo que le hacía sentir.
El pelinegro soltó pequeñas risas y alborotó los pelos de la chica, quien se giró para darle una mala mirada.
Y Sunghoon supo que estaba eternamente enamorado de la chica.
