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Estaba sentado en la pequeña mesa de mi casa mirando la silla gris que justo ahora estaba ocupada, como solo éramos mamá y yo nunca tuvimos la necesidad de tener un comedor, siempre comíamos en la pequeña mesa de la cocina que no tenía más de dos sillas. Mi mamá había comprado una más para los días en que Luke venía a comer, por eso era diferente a las demás.

Pero Luke no estaba sentado en esa silla como era de costumbre, sino que había un hombre que como la silla tambien era completamente ajeno a todo lo que había en la casa, incluyéndome a mí y a mi mamá, un hombre al que yo no conocía de nada y aún así aparecía en mi puerta diciendo que era mi padre.

— Bueno, creo que esto no puede ser más incómodo — mi madre me miró mientras hablaba — así que voy a preguntar ¿Que carajo haces aquí?

Ambos miramos al hombre en la silla.

— Yo quise volver mucho antes, lo juro, p-pero no pude

Mi mamá soltó una risa sarcástica que resonó en toda la casa.

— Supongo que te tenían contra tu voluntad en algún lado ¿No? ¿Cómo es que pudiste largarte como si nada y luego simplemente volver de la misma forma? — la voz de mi mamá se quebró — ¿Como pudiste hacernos eso? ¿C-como pudiste hacerme eso a mí?

Mi mamá se limpio la cara antes de que sus lágrimas se pudieran a penas asomar, ella jamás dejaría que el la viera llorar.

— No quiero que estés aquí, este dejo de ser tu lugar desde el momento en el que decidiste irte y nosotros dejamos de ser tu familia también. Aunque no creo que te importe un mínimo, Tyler está bien, el es un chico maravilloso, es amable, dedicado, es increíblemente listo y no es ni un poco estúpido como siempre lo has sido tu, así que no tienes nada que hacer aquí, el no te necesito nunca y yo dejé de hacerlo hace mucho tiempo Will.

— T-tambien es mi hijo Jenn

Levanté la vista y vi a mi mamá, ella lo miraba fijamente, nunca había visto tanto desprecio en su mirada.

— ¿Pensaste en eso cuando lo abandonaste? — mi mamá tomo mi mano y la apretó — ¿Cómo puedes decir que es tu hijo? ¡Nunca estuviste!

— ¡Lo sé, lo se! ¡Y lo siento tanto! — empezó a llorar y por primera vez me miró — P-perdoname hijo, por favor, perdoname por no haber estado aquí. 

— No me llames así – dije, mi voz sonaba muy profunda, sonaba vacía — ni siquiera te conozco. Mi mamá tiene razón, nunca estuviste, había tantas cosas que no entendía y no sabia a quien preguntarle, estaba tan confundido y no entendía porque todos los demás niños si podían tener un papá y yo no, me convencí a mi mismo que era porque era un mal niño y no lo merecía, me esforcé día a día para poder merecer uno también, mamá siempre estuvo ahí y ahora me esfuerzo por ella. Nunca e sido tu hijo y en algún momento hubiera dado todo por merecer serlo pero ahora veo que el que nunca me mereció eras tú, después de todo si te fuiste sin más no te mereces ni a mi mamá ni a mi.

Después de decir eso mis lágrimas salieron sin que quisiera, sentí algo en mi terminar de romperse, como si hubiera estado desgarrandose desde que era niño hasta alcanzar su punto máximo. Me pare y lo mire, quizá con igual o más desprecio del que había en la mirada de mi madre un momento antes.

— Vete de mi casa — dije, salí de la cocina y fui directo al baño — vete de nuestras vidas, ya estamos acostumbrados.

Cerré la puerta y me recargue en ella, mis piernas se sentían débiles y todo dolía, me senté en el piso. Me recargue en mis rodillas y empecé a llorar, mi celular vibro en la bolsa de mi pantalón pero ni siquiera sentía fuerza para tomarlo, seguí llorando hasta que me cansé.

— ¿Cariño? — mi mamá toco la puerta — ¿Estás bien? Llevas ahí un rato, empiezo a preocuparme.

— ¡Estoy bien mamá! ¡Solo voy a tomar una ducha!

Mentí. No quería tomar una ducha pero tampoco quería preocupar a mi mamá así que termine por tomarla, mi celular seguía sonando pero todo daba vueltas a mi al rededor.

Salí del baño y me cambié, seque mi cabello y fui a la habitación de mi mamá, me aventé en su cama.

— ¿Puedo dormir aquí está noche?

Ella me miró sonriendo, beso mi frente y acaricio mi cabello.

— Claro que puedes pequeño — me arropó — sabes, cuando eras pequeño venías casi todas las noches a dormir aquí llorando, diciendo que había monstruos en tu habitación y yo te abrazaba muy fuerte porque quería protegerte de todo lo malo. Perdoname cariño, hubo monstruos de los que no pude protegerte y aún siguen haciéndote llorar.

Mi mamá me abrazo muy fuerte, siempre había sido así, solo éramos ella y yo y aunque las cosas fueran tan mal, si ella estaba ahí para abrazarme todo lo malo mejoraba un poco.

Una mala historia mal contada. | Finalizada |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora