Epílogo

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12 años después

Tenía la mirada pegada al ordenador y de vez en cuando la desviaba al montón de papeles en mi escritorio, llevaba horas escuchando únicamente el tecleo de mis dedos y de ves en cuando las voces ir y venir fuera de mi oficina.

No supe en qué momento me había hundido de esa manera en el trabajo y no hablaba solo de esa tarde, todo aquello había empezado mucho antes, cuando decidí poner la universidad sobre cualquier otra cosa en mi vida. En realidad no me quejaba, al final ese esfuerzo me había llevado a ser el CEO de una gran empresa y en poco tiempo a ser transferido. Tenía todo lo que en algún momento había pasado por mi cabeza, todo lo que el pequeño Tyler alguna vez soño tener y aún así sentía mi vida completamente vacía.

— ¿Dormirá aquí de nuevo jefe?

Salte en mi silla cuando oí esas palabras, mire la oscura silueta en el marco de la puerta y después mire desconcertado a mi al rededor, ni siquiera había notado cuando se hizo de noche. El chico entro despacio y recogió una manta que colgaba del sofá.

— Por lo menos debería ordenar su habitación.

Lo mire y sonreí despacio, llevaba una pequeña caja entre sus manos.

— ¿Necesitas algo Evan? Tengo que terminar estos informes antes de mi traslado.

— Es una pena no lo cree, lleva un largo tiempo aquí y a penas si cruza palabra con nosotros — rodeo mi escritorio para quedar frente a mi — ni siquiera estuvo presente en la celebración por su cumpleaños.

Levanté las cejas y mire mi ordenador para llevarme una gran sorpresa.

— Lo olvide — susurré — olvide que hoy es mi cumpleaños.

El chico frente a mi me tendió la caja aún sonriendo, casi de la misma forma que hacía 12 años.

— Felicidades Ty, yo no lo podría olvidar.

Tomé la caja y la abrí con delicadeza, había una sonrisa tonta en mi rostro. Había un pequeño y brillante reloj de mano, mi sonrisa creció.

— Se que es algo bobo y debe tener un montón de esos, es solo que nunca lo e visto con uno y, si tiene la hora cerca de usted sabrá cuando es momento de volver a casa — miró de  reojo el sofá y las mantas sobre éste — usted es excepcionalmente bueno en lo que hace, pero no creo que todo en la vida deba de ser trabajar.

Mire la pila de documentos y cerré mis ojos con fuerza, hacía un tiempo que se irritaban con facilidad y cerrarlos ardía. El me puso el delgado reloj cuidadosamente mientras me miraba de reojo.

— Si usted tiene tiempo en algún momento jefe — comenzó a caminar de reversa hacia la puerta — me gustaría invitarlo a cenar a un gran lugar, antes de que se vaya, como despedida.

Sonrió y salió despacio, quería decirle que estaría encantado de salir con el, quería decirle que lo echaría de menos, quería decirle que me había encantado el obsequio, quería decirle tantas cosas pero ni una sola palabra salió de mi boca y únicamente lo mire irse como hacía siempre.

Quise enfocarme nuevamente en la pantalla pero mi vista reparo en algo más, bajo el brillante reloj colgaban dos pulseras bastante desgastadas que ya casi habían perdido su color y aunque no eran ni de cerca a como las recordaba seguían provocando exactamente lo mismo en mi. Volteé mi silla despacio y mire el enorme ventanal tras de mi al que contadas veces le había prestado atención.

Una mala historia mal contada. | Finalizada |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora