▬ 11. REUNIÓN

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   Kaus se bajó del auto de su madre con su delgado rostro impasible por más que la densa lluvia le estuviera cayendo sin impedimentos sobre su cuerpo, a pesar de tener un paraguas en la mano. Su negro cabello brillaba más a causa del agua y los mechones se le pegaban a la frente, cubriendo parcialmente su vista. Aún así en su mirada se pudo detectar cierto desdén al ver la casa.

Hoy no era, bajo ninguna circunstancia, un buen día. La lista de razones era muy larga.

La primera y la más importante era que Antares aún estaba molesto con él, por más que se arrastró igual que una asquerosa babosa por el perdón de la mujer, no lo había conseguido. Segunda, la resaca que tenía era infernal, no había sido buena idea "continuar la fiesta" encerrado en su ataúd. La tercera, y la que más le estaba produciendo más molestia, era que ahora mismo se estaba por convocar una reunión en la casa de los Cullen, lo cual implicaba soportar a unos vampiros vegetarianos que no les agradaba en lo absoluto.

El olor a lluvia y bosque estaban también dando un significativo aporte a la irritación que poseía ese día.

Soltando un profundo suspiro, rodeó el vehículo y abrió la puerta de la mayor, abriendo el paraguas para ella. Se secó vagamente su mano con su pantalón para ofrecerla y ella se la tomó al salir del auto. La castaña oscura no dio ninguna clase de respuesta, ni siquiera una mirada, ante la acción del menor, más que solo seguirle la corriente pero obviamente ignorándolo. No era ninguna sorpresa para ambos.

Mientras tanto Altair bajó desde la parte trasera sin necesidad de ayuda, el rompeviento azul, que combinaba a la perfección con el pantalón de mezclilla en un azul más oscuro, impedía que la lluvia la molestara. Sin importar el clima, su aspecto era totalmente pulcro de no ser por las zapatillas negras con manchas de barro.

Sirrah siguió a Quiang para que no se mojara, importándole muy poco que él ya estuviera empapado. Lo único que pudo detectar en la asiática eran los ojos curiosos mirando a través de las muchas ventanas del hogar antes de indicar, innecesariamente, su presencia al tocar el timbre. Talitha no se tardó en seguirlos y ponerse al lado derecho de la vampira original, su hermano se encontraba en el izquierdo. Ambos tenían un semblante protector hacia la mayor.

El pelinegro cerró el paraguas al estar bajó techo. Esperaba ver al odioso rubio que era líder del clan pero se sorprendió un poco cuando Esme y Caín aparecieron para abrir la puerta.

—Buenas tardes, señor y señora Cullen —el chico hizo una mueca. —Lo siento, noches —se corrigió pensando en su hermana. —Creo que no tuvieron el gusto de conocer a mi madre, Antares Quiang —la señaló aunque fuera obvio.

—Es un placer por fin conocerla, señorita Quiang —dijo la mujer con su rebosante amabilidad y le extendió la mano.

—El placer es todo mío, señora Cullen —respondió, en sus palabras se pudieron detectar su acento siendo una mezcla de chino e italiano, y le dio la mano. —Señor Cullen —repitió las acciones con el hombre.

KONTROL, a. cullen & j. haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora