▬ 15. DIABLO

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ㅤㅤㅤKaus bostezó del aburrimiento sin discreción, siendo muy evidente para todos. Antares le dio una significativa mirada que lo hizo sonreír perezosamente. Esa sonrisa desapareció en el momento que su madre apartó la mirada de él para ver a Carlisle.

Ahora esta era su rutina, visitar más de una vez a la semana la casa Cullen. Todo por la necesidad de su hermana a la dieta vegetariana, que realmente no lo era.

Y Kaus estaba en el medio de esa mierda.

No sería tan malo si no tuviera que ver tantos ojos dorados, particularmente los de dos personas en esa habitación.

Altair no estaba más contenta que él, pero sabía que las razones de la rubia eran diferentes, porque también estaba enojada con su hermano. Al extranjero le gustaría saber la razón, sin embargo era demasiado terco para preguntar y la surcoreana demasiado terca para confesar.

—Todos sabemos que la transición puede ser difícil —el pelinegro apartó la mirada del rubio para evitar rodar sus ojos. —Y ustedes llevan mucho tiempo bebiendo sangre humana. Comprenderemos si tienen una recaída y necesidad de volver a beber. Pueden hacerlo siempre y cuando sea de una bolsa.

—Eso va para ti, Kaus —interrumpió Edward.

Alice le dio una mirada de regaño mientras Jasper parecía soltar un suspiro agotado, el vampiro ignoró a sus dos hermanos. El asiático no pudo evitar sonreír ligeramente por la actitud de la pareja.

—¿Tiene algo que decir, señor Cullen? —preguntó burlón. —Si es así, por favor hágalo. Todos lo escuchamos —hizo un gesto a todos los presentes, siendo Emmett el único que rio ante la situación tan tensa.

—Sí, tengo cosas para decir —otra vez parecía enfurecerse con solo tener que dirigirse al chico. —Hiciste que tu hermana entrará en pánico.

Kaus frunció el ceño.

¿Su hermana? ¿Ahora le interesaba lo que le pasará a su hermana? ¿No fue hace tan solo unos días que la trató igual que a la basura? Incluso peor que eso la había tratado.

—No creo que eso sea de su incumbencia, joven Cullen —se metió Antares. Por primera en mucho tiempo, el vampiro ignoró eso y miró a la rubia.

—¿Hay algo que tú quieras decirme, hermanita?

Altair giró la cabeza en su dirección y descruzó los brazos. El gesto que tenía en el rostro resultó indescifrable al mayor, pero algo le decía que nada bueno venía.

—De hecho sí, bastante tengo para decir —el extranjero bufó y rodó sus ojos.

—Preguntaba por mera cortesía. No me interesa lo tengas para decir.

KONTROL, a. cullen & j. haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora