Los super-trajes

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Sparta: ¡Mike! Venga, Mike. Te necesitamos.
Me desperté en medio de la oscuridad. Me dolía la cabeza y la oreja, y los dedos... No recordaba dónde estaba. Notaba el suelo frío pero poco más. Además, tenía sueño. Me rasqué los ojos y miré a Sparta que me estaba hablando.
Mike: ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy?
Sparta: Estás en mi casa. Y el instituto nos ha contestado al fin. Eres el único que puede andar y que puede coger a alguien. El resto están fatal, ¿recuerdas?
Mike: Un poco. Muy poco.
Sparta: El ataque del villano. Te cortó a ti un poco los dedos de las manos y algo la oreja.
Mike: Eso lo recuerdo. Déjame un momento y voy.
Sparta: ¡No! Tiene que ser ya. Tú no eres el único que tiene sueño. ¡Yo no he dormido aún! Sigo sangrando y vosotros cuatro estáis ahí durmiendo tranquilos.
Mike: Lo siento. Ya estoy.
Sparta: Vale. Voy a despertar a estos dos y tú coges a Fran.
Mike: ¿Cuánto he dormido?
Sparta: Emmm... Tres horas. Aún son las dos de la mañana o más tarde y, cuanto más rápido nos vayamos al insti, más dormiremos.
Mike: Vale. Vamos.
Sparta despertó a Raptor pero a Ela no consiguió despertarla. Más que dormida, estaba inconsciente. La sangre había dejado salir de las heridas; se habían cerrado. Eso no quería decir que doliesen. Raptor cogió como pudo a Ela y bajamos al piso de abajo donde estaba el padre de Sparta. Habían podido contactar con el instituto e iban a venir a por nosotros. De pronto, volví a recordar el instituto entero. ¡Ya podía teletransportarme allí! Pero no lo iba a hacer. Iba a esperar a que viniese el insti aquí.
Sparta: No tardarán. Eso espero. Me muero de sueño.
Mike: Te sigue sangrando la herida.
Sparta: Aún así, puedo andar.
En ese momento, oímos como golpeaban la puerta. El padre de Sparta la abrió. Detrás había un hombre trajeado, alto y con una sonrisa triste. ¡Era el director! Se asomó a la puerta un poquito.
Señor D: ¿De aquí han llamado?
Padre: Claro, señor.
Mike: Profe. Estamos muy mal, sangrando y estos dos inconscientes. Necesitamos ir al insti ya.
Señor D: Pensé que podías teletramsportarte, ¿no es así?
Mike: Sí, señor...
Señor D: Bueno, de todos modos, hemos traído un helicóptero.
Padre: Pero si no hemos oído nada.
Señor D: Eso es porque el helicóptero soy yo. ¡Vámonos, niños!
Padre: ¡Cállese! Mi otra hija está durmiendo.
Señor D: Mi itri hiji isti dirmindi. ¡Ya lo sé! Son las dos de la mañana.
Padre: Márchese de mi casa. Llévese a los niños y fuera ya.
Señor D: Me sirve. Sparta, Raptor, Mike, vámonos. Sparta, Raptor, ¿cómo podéis andar si tenéis heridas en las piernas?
Sparta: No siento dolor por la capa.
Raptor: Yo es que no puedo andar y ya está. Ela me está matando.
Señor D: Tenemos que hablar seriamente en el insti. Subid.
Se convirtió en helicóptero y creó también unos cinturones que nos puso por si acaso.
Mike: ¿Cuánto es hasta llegar?
Señor D: Poco. Ya dormiréis allí, si os da tiempo.
Aunque era poco viaje, nos dormimos el rato que pudimos.

Señor D: ¡Venga, dormilones! Ya hemos llegado.
Mike: ¡Ay! No puedo con mi alma. ¡Qué día tan largo!
Señor D: Deja de quejarte y ve a la enfermería con tu compañero. Allí seguro ya os dejan dormir.
Así lo hicimos. La enfermera no estaba muy de aquí para allá y parecía estar loca. Nos metió la aguja de anestesia aunque, tal vez, no la ibamos a necesitar...

Era otra vez de día. ¡No me lo podía creer! ¡Al fin había acabado el día de ayer! Había sido tan largo... La enfermera me dio los buenos días pero algo cabreada, como siempre. Mis amigos también estaban a mis lados, en unas camillas. Todos tenían vendas y eso me recordó que... ¡Yo tenía que tener también! Me toqué un poco la oreja y... ¡Sí! Ahí estaba. Notaba también algo en los dedos y, al mirar, me llevé una sorpresa. ¡No había vendas! Pero había cosas naranjas que me impedían mover bien los dedos.
Mike: Profe Jane. ¿Qué me pasa aquí?
Profe Jane: Eso se llama cicatriz. Es cuando la herida se te queda para siempre.
Mike: ¿Cicatriz? ¡¿Cómo es posible?!
Profe Jane: Bueno, será porque el cuchillo que te corto te hizo mucho daño.
Raptor: Mike.
Mike: Hola Raptor. Hola Ela.
Ela: Hola. ¿Qué tal?
Mike: Pues mal. Mira mis dedos.
Raptor: No te quejes si no has visto lo nuestro
Raptor tenía una  venda en donde le habían disparado la primera vez y otra en el tobillo. Aparte de la férula que llevaba siempre, pero ahora también me cubría la herida. Ela llevaba una venda en la cabeza y otra en el hombro. No parecía muy contenta.

Los nuevos héroes. (#Compas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora