Acosado [Killugon]

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El aire le faltaba. Era así desde que habían llegado al hospital, ni siquiera habían tenido tiempo de una buena bienvenida por parte de los mayores cuando cayó de la espalda del menor. Había fingido quedarse dormido en el camino para no preocupar a su novio pues la voz saldría quebrada si continuaban hablando. "Creo que esto es algo bueno." Eran sus pensamientos mientras su cuerpo comenzaba a sufrir.

Lo único que pudieron hacer para ayudarlo fue subirlo a la camilla, las enfermeras en su lucha no pudieron sostenerlo o retenerlo. Su fuerza natural volvía a resurgir causando en su carne el mismo dolor y descontrol que de niño sintió al descubrirla. "—Dejenme solo... ¡Ahora!—" Les había gritado a sus amigos para después encerrarse en un pequeño consultorio desesperado. "Kill... Te golpearé por no advertirme de esto." Se abrazaba a sí mismo esperando que todo pasara o al menos se desmayara antes de que la peor parte comenzara, pero él era un chico resistente, eso iba a ser prácticamente imposible.

—Gon, abre la puerta.— Killua iba a forzarla más al instante fue sujetado por el blondo a orden de Leorio que no se encontraba con ellos. —No, no me importan mis heridas en este momento ¡Gon está!— "Ni siquiera sé qué le pasa."

—Gon solo está viviendo algo que ya experimentó y se va a enojar si permito que no cures tu cuerpo.— El Kurta habló con su siempre seria voz. Los sonidos del vidrio cayendo al suelo erizaron al albino. —No quieras que te deje fuera de combate para llevarte lejos de aquí.—

—¿¡Podrías permitirme preocuparme por lo que le pasa!?— Lo empujó con el hombro. —Tú... Después de lo que tendré que decir mínimo deja que...—

—El trato fue encontrar y atrapar al causante de esto. Por ahora no tienes que decir nada.— Los felinos ojos se abrieron ante la "comprensión" del otro hunter. Claro que Kurapika no lo hacía por él, pero que no estuviera desesperado por hacer que escupa la maldita verdad no era propio de su vengativo conocido. —Cállate y sígueme.— A pesar del grito ahogado del Freecss no le quedó de otra más que ir detrás de quien a partir de ahí no le dirigió la palabra.

La doctora que lo atendió fue amable y rápida; ni siquiera preguntó por qué su ropa estaba bastante destruida. Cosa que agradeció profundamente al tener la necesidad de volver a esperar cuando el moreno decidiera abrir la puerta, no pudo ir, un intenso dolor atacó su brazo. Se encontró con la mujer parada negando en silencio mientras una inyección se asomaba entre sus manos. "Al parecer intentó tranquilizarme, necesitan algo especial para eso, no una droga de hospital." Caminó hacia ella para arrebatarle cualquier otro producto de sus manos. "Puedo resistir, esto no es nada." Más no era veneno o algún tranquilizante, solo era una distracción. Al dar la espalda su nuca fue golpeada con una de las delgadas pero poderosas espadas de madera que un hombre con traje poseía.

—Muchas gracias por la ayuda.— Coco solo se retiró complacida con su labor. —Vas a hacer que Gon se preocupe, estúpido.— Lo dejó en la camilla del lugar para después volver a montar guardia detrás del escandaloso consultorio que continuaba cerrado. Se sentó en el suelo mientras descubría un poco sus muñecas, hizo un diminuto corte, él tampoco debía quedar fuera de combate. "Ya puedo controlarlo." Un pequeño hilo de sangre bailó entre sus dedos para después convertirse en una mancha que pintó su camisa.

—¿Puedo sentarme?— Susurró un alto moreno produciendo una sonrisa llena de alivio por parte del otro que asintió.

—¿Tus ojos se encuentran bien?—

—Claro, no fue nada grave. Solo fue realmente extraño el por fin poder quitarme los lentes sin que la luz me molestara, tenía años que no apreciaba la vida real sin un vidrio de protección.— Se recargó contra la pared para después dejarse caer rozando un poco con el cuerpo a su lado. —No hay mucha diferencia en realidad.—