Epílogo

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Las ruedas de las maletas sonaban contra el limpio piso, las voces anunciando los vuelos. Cientos de personas pasando alrededor de ellos ignorándolos puesto que cada uno tenía una vida. Era raro, después de todo ese tiempo, terminar una misión antes significaba una fiesta, ahora solo era un adiós. Tener que volver a donde casi nadie salía por su propia voluntad a causa de su propia meta, era momento de volver hacerlo.

Intentó tomar su maleta, un cuerpo la hizo a un lado. —Kurapika.— Gon se sujetó a su manga para luego abrazarlo completamente hundiendo su rostro en su hombro. —Aún... Aún...—

—Somos amigos.— Dio una gran sonrisa. No, al parecer sí podrían hacer una fiesta, solo que tendrían que esperar. —Pairo quiere verte, yo también quiero hacerlo más seguido y no por cosas como estas.— Con cariño sobó el cabello en puntas causando que bajaran. —Espero que pases más por allá.— El menor saltó entendiendo a qué se refería volviendo a abrazarlo mientras esperaba no soltarse tan rápido de su lado.

—¡Lo haré! ¡Claro que lo haré! Aunque no pronto, queremos distraernos un poco de este lugar. Hace mucho que no viajo, vamos a hacerlo un tiempo ¡Oh! pero no creas que ese es motivo suficiente para desaparecer. Voy a llamarte, sí, volveré a llamarte.— Una estridente risa acaparó tanto su atención como la de algunos extraños, el brazo de Leorio pasó por los hombros del rubio separándolos para recargarse.

—Buena suerte, Gon, mejor envía cartas... Y en braille para que así Pairo las lea y le diga.— Vio con algo de tristeza al de piel blanca. —Nunca responde.—

El menor de todos notó esto, al parecer él no era el único que debía aclarar las cosas. Sacó rápidamente su celular y fingió sorpresa.

—¡Lo lamento tanto! ¡Uno de mis perros se acaba de tragar un peluche y debo ir corriendo!— Dio un pequeño salto en su lugar, pero antes de poder echarse a correr se detuvo. Quería asegurarse. —Entonces, nosotros...—

—Ve por ese perro, Gon, luego haremos una reunión y claro que Sunshine asistirá.— Más relajado por fin comenzó su huída. Ambos rieron viendo como el chico con cabello en puntas por intentar darles su espacio terminó chocando con una anciana que lo obligó a llevar su equipaje. —Ese perro vivirá.— Tomó la maleta del Kurta para caminar al lugar de espera, solo eran ellos, los dos lado a lado y esas ruedas deslizando. El blondo observó el perfil del hombre de lentes. Tener un momento de paz después de tanta turbulencia... Era extraño para ser personas que nunca llegaron a acostumbrarse a esa sensación.

—Jamás me enviaste notas en braille.— Dijo algo tímido, Leorio se detuvo.

—Pero sí mensajes de texto.— Agitó su cabeza para seguir el paso. —Espero ahora respondas.— Sus grises ojos se abrieron con sorpresa.

—Lo haré, aunque sea una vez a la semana pero lo haré.— La sonrisa que esbozó el moreno no pasó desapercibida. —Aún tengo muchas cosas que hacer en central, casi no tengo tiempo, intentar encontrar a todos los que se involucraron con Omokage tomó mucho más tiempo del que creí y retrasó todos mis planes.—

—Sí, supuse que era por eso.—

—¿Uh?— No entendía a qué se refería.

—Subir de poder no era algo que desearas realmente, ¿verdad?— Se pararon frente a la puerta de abordaje, casi era momento de volverse a separar.

—Quería el poder, aun si Pairo no lo necesitaba. Siempre tengo planes sobre mi familia.—

—En serio eres un vengativo hombre.— Agradeció la presencia del adolescente en la vida del delgado hunter, no sabría decir dónde se podía encontrar sin esa pequeña ancla.

"Atención a todos, favor de abordar el vuelo número 404 con destino a BY°XX. Repito, favor de abordar..." Una voz femenina habló. La gente comenzó a correr como si estuviera por despegar, tenían que esquivar a esa pareja que se había detenido en medio sin una razón aparente.

—Supongo que este es un hasta luego, Leorio.— Tomó la maleta rozando con los largos dedos del otro, abrió su boca para hablar mas calló al instante. Sin decir más caminó lentamente a la entrada, su mano libre fue sujetada cuidando de no lastimarla.

—Puede que me arrepienta de esto después, Sunshine, y que nuestra amistad se vaya al carajo, pero no me importa. Tantos años confundido por esto y volverte a ver me lo confirmó.—

—¿De qué estás...?— Sus labios fueron presionados contra los otros, no era brusco, no era profundo. Como con duda y pidiendo permiso. Su rostro cambió a rojo al igual que sus ojos, su corazón latió, y todos esos años de reprimirse salieron. Antes de que pudiera alejarse, con fuerza se hundió en ese delicado roce que se tornó algo violento provocando que el moreno se asombrara por tal reacción poco natural, mejor dicho, inesperada, en el otro.

Se separaron, Kurapika tomó su maleta y corrió en dirección al avión dejando a los testigos y al mismo Leorio bastante extrañado y sin habla.

—Buena suerte a la otra, amigo.— Un hombre calvó palmeó su hombro y luego siguió su camino.

Antes de maldecir, preguntar, o que siquiera su cerebro comenzara a funcionar, una vibración en su celular lo alertó. Vio el mensaje, volvió a guardar el dispositivo y se fue silbando feliz en dirección a la salida.

"Si no me llamas a partir de ahora me voy a enojar, señor Leorio."

—Que disfrutes tu viaje, Sunshine.— Dijo viendo un avión despegar.


Era momento de regresar a la rutina.



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Acosado [Killugon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora