Extra

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Existen los encuentros inesperados, esas veces en las que una persona que durante mucho tiempo esperaste volver a ver se introduce nuevamente en tu vida sin buscarla. Es un sentimiento raro, feliz si es que siempre le has querido, horrible si es que odio es lo único que alberga tu ser, pero tortuoso cuando es alguien que quieres pero finges odiar, y cuando es alguien que deberías odiar pero no puedes hacerlo.

La mañana de ese día no podía ser más común para una hermosa chica de piel blanca y hermosos ojos azules. El pequeño local vivía como todos los amaneceres, las flores moradas de la entrada, a pesar del ambiente frío, se erguían mostrando lo felices que se encontraban. La música del lugar hacía bailar a una joven con su vestido, junto con los platos de comida que llevaba en la bandeja. Con mucho cuidado le dejó una taza de café a un caballero, un par de panqueques a unas niñas, y un desayuno completo a dos familias. Todos ellos se contagiaron de la risa y buen humor de la dulce chica, pedían más café, otro jugo, y uno que otro atrevido su número. Lo último ella lo declinaba amablemente.

Llegó el momento de cambiar el cartel de afuera a uno de "cerrado" con una hora específica para poder reabrir ese local. Alluka miró el pueblo detrás de la transparente puerta y volvió a aspirar la calma que desde hacía años podía vivir. "Pronto va a llover." Sonrió, habría lodo y seguramente Nanika tomaría sus botas para ensuciarse de lodo.

—¡Ese fue otro desayuno estupendo!— Estiró sus brazos entrando a la cocina donde un hombre gordo comenzaba a cortar trozos de una jugosa carne. Tomó asiento en un banquito. —Como siempre todos dijeron que estaba delicioso, hermano Luki.— Mostró su pulgar mientras guiñaba el ojo en señal de aprobación. —Aunque las pequeñas de Tompa se quejaron de...— Fue interrumpida.

—Odio a esas niñas que llegaron, siempre piden sus waffles con alguna tonta forma, ¡Son waffles!, esa es su forma.—

—Y aún así le diste uno con forma de corazón.— Sonrió dulcemente orgullosa de su hermano.

Él caminó hacia la mujer con un plato donde un flan se hallaba servido. —Eso no importa, prueba esto, son los que daremos de postre en la comida de hoy, y claro que necesito que mi comensal estrella diga que saben bien.— Se agachó un poco para que tomara el postre y ella le depositó un beso en la mejilla al tomarlo.

—¡Seguro será delicioso como siempre!— El mayor palpó su cabeza. La menor llevó el dulce en lo que sería su primera cucharada. —¡Esto sabe como a nubes! Comerme esto sería un crimen, no, que tú lo hayas cocinado es el crimen.— La joven habló por tres minutos adulando el postre que solo había consumido hasta la mitad acabando con la paciencia de su hermano.

—¡Apurate que Nanika tiene que ayudarme con la comida!—

—¿Y yo tengo que volver a "dormir"?— Alluka cruzó los brazos, cuando estuvo a punto de abrir su boca otro grito la atacó.

—¡Sí, no se me va a olvidar nunca que fuiste una inútil en la cocina y por eso no puedes hacerlo tú!—

—¡No fue para tanto!— Tomó el postre para terminarlo de un bocado.

—¡Quemaste la cocina haciendo un huevo!—

—¡Lo siento!—Alargó la o lo más que pudo. —Tienes razón, no sirvo para cocinar, además yo fui la que dijo como funciona esto, tú y Nanika cocinan, y yo soy la linda chica que atrae clientes.— Habló con soberbia mientras movía su cabello de un lado a otro. —¿Qué harían ustedes sin mi belleza?— Milluki dejó salir una risilla.

—Tú, maldita travestí.— La chica fingió ofenderse llevando una de sus manos a su pecho y dejando salir un gran "jadeo" de sus labios.

—Para ser un maldito friki que su novia es un dibujito te tomas muchas libertades de poder insultarme.— Se levantó dejando sus trastes en el fregadero junto con los demás.

Acosado [Killugon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora