Acosado [Killugon]

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"Querido Gon,

Nuestro encuentro fue la mejor y más dulce casualidad que nunca esperé, pero adoro que haya sucedido. Tus brillantes y grandes ojos chocolate abriéndose cada mañana y deseandome buenos días, claro, siempre que no estuvieras agotado por tu antiguo trabajo.

Podría rezarte si así me lo pidieras, eres algo tan sagrado y fuera de este mundo que es lo mínimo que podría hacer hacia ti; pero eres tan, pero tan... Puro que ignoras tu propia divinidad al punto de dejarme acompañarte.

¿Cómo mis labios pecadores se atrevieron a decir tu nombre? Lo peor es que tú, al ser tan santo, viniste a besarme redimiendo mis yerros y al instante haciéndome creyente tuyo.

En este mundo tan falso y negro, eres el rayo de luz que ilumina mis caminos, simplemente perfecto y yo he caído inevitablemente a tus pies.

Dime, ¿Cuándo te podré volver a ver?

Att. Tu luna."

Los grandes ojos de un moreno se abrían aún más mientras su rostro se tornaba poco a poco en un carmesí.

Pegó el trozo de papel a su pecho intentando controlar sus latidos mientras su rostro no dejaba de mostrar una sonrisa tonta.

—Killua...— Susurró el nombre del que estaba seguro había dejado la carta ahí y solo por eso la guardó con devoción de nuevo en su sobre.

Que equivocado estaba nuestro pequeño Freecss.

Una vez guardadas sus cosas se colocó la mochila para salir de ahí. Daba saltos, tarareaba, ignoraba la gente a su alrededor que lo saludaban.

—Hoy estás muy feliz.—

—Hoy recibí una linda sorpresa.— Dijo sin más y siguió su camino.

La persona que le había hablado sonrió mientras sus enamorados ojos perseguían al chico con cabello en puntas. "Aún así sigues enojado ¿no?" Caminaba al lado opuesto escondiéndose entre la gente. "No importa, puedo esperar."

Y mientras esa persona le declaraba orar a el moreno, éste se encontraba rezando el nombre de otro entre besos y caricias.

Killua Zoldyck debería tener cuidado al robar algo sagrado para alguien más aunque él no lo supiera. Después de todo y desde su perspectiva, Gon Freecss nunca le había pertenecido a alguien más que a él e incluso éste lo respaldaba.

Pero no todos estaban de acuerdo con esta afirmación.

Solo ten cuidado, Killua.

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