Extra III

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Son las siete de la noche exactas. Un pequeño grupo de personas bailaban en un pequeño departamento mientras disfrutaban el único vaso de alcohol que se les había permitido tomar. Unos ojos marinos moviéndose frenéticos en un intento de seguirle el paso a un moreno que no paraba de dar vueltas y saltar entre toda esa gente, de momento a quien seguía se detuvo, lo miró y le sonrió invitándolo a unirse, negó con la cabeza. Puso el vaso de vino entre sus labios mientras estos hacían una curva feliz ignorando sus problemas. "Se divierte."

Apenas dieron las nueve un albino de impuro cabello plata por fin se levantó de su lugar, caminó hasta un moreno que hablaba con tres hermanos de forma amistosa.

—Lamento interrumpir, pero ya es tarde y mañana debemos levantarnos todos temprano.— Su mano, que estaba escondida en la bolsa de su corto pantalón, fue tomada por el chico con cabello en puntas produciendo en su piel un ligero rosado por la muestra pública de afecto.

—Si tú lo dices 99, aunque me enoja un poco que tú y 405 hayan logrado que los líderes les dieran dinero para su propio apartamento. Eso es tan injusto, yo debo quedarme aquí con todos los demás.— El mayor de los hermanos se quejó y los otros dos asintieron con la cabeza, el chico de ojos marrones puso su mano en su barbilla mientras comenzaba a pensar, no lo había notado.

—¿Qué te puedo decir? Soy tan genial e importante para nuestro guía que por eso puedo recibir este trato especial. Cuando hayas tenido los suficientes méritos para poder ser algo egoísta lo entenderás.— Puso una de sus manos en su cintura mientras sonreía triunfante, el bajito hombre de gorro naranja apretó sus puños.

—99 tiene razón, hermano. Nuestro líder ha dicho que cuando podemos darnos el gusto de pedir cosas es porque aprendimos a repartirlas primero, y 99 siempre ha ayudado a los demás desde que llegó junto con 405, es obvio que saben más que nosotros.— El menor de suéter azul colocó su mano sobre el hombro del enfadado hombre que al instante aspiró con fuerza.

—Gracias, 198, y perdón a los dos.— Hizo una leve reverencia delante de la joven pareja. —Mis instintos naturales me han hecho sentir enojado por mi incapacidad de rendir tanto como ustedes.— El moreno soltó su agarre para tenderle ambas manos al hombre haciendo que volviera a erigirse.

—197 no te preocupes. Recuerda que nuestra diosa está consciente de nuestros fallos y de cómo queremos repararlos, te entendemos, no debes pedirnos perdón, ¡y menos cuando mañana va a ser el día más feliz de nuestras vidas!— Subió los brazos en señal de festejo, los otros hombres lo siguieron mientras las risas resurgieron y un platinado bajaba la mirada.

—Como sea.— Tomó la muñeca de su chico con cabello en puntas. —Mañana es mañana, hoy hay que dormir. Buenas noches.— Comenzó a caminar a la salida, su pareja sonrió por su acción mientras agitaba su brazo despidiéndose de todos. Apenas habían cruzado la puerta el mayor separó su agarre.

—Fuiste muy grosero.— Habló fingiendo molestia mientras cruzaba los brazos.

—Ya es tarde.—

—Podemos dormir hasta las doce sin problema.— Con curiosidad buscó el pálido rostro que intentaba ocultarse entre sus largos mechones plata. El mayor rió por la acción entendiendo su actitud, con algo de fuerza tocó su costado y se echó a correr —¡El primero que llegue al cuarto gana!— Los marinos ojos vieron cómo su figura desaparecía entre ese pasillo que llevaba a las escaleras.

—Idiota.— Dijo con dulzura mientras con lentitud iba hacia el viejo pero servible elevador.

Fue obvio quien llegó primero y quién se lanzó para apretar las pálidas mejillas como castigo por hacer trampa. Así, entre empujones y gritos amistosos, ambos entraron a ese "alejado", pequeño y "perdido" departamento que compartían. El menor intentaba ver mientras el mayor seguía revolviendo su largo cabello con sus fuertes manos bronceadas causando un bello contraste que se perdía en la oscuridad.

Acosado [Killugon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora