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- Se puede quedar con nosotras si es lo que desea, no será ninguna molestia – dijo mi madre.

- Por favor, padre, madre – suplicó.

- Esta bien – accedió su madre.

- Gracias – ambas se abrazaron.

- Bueno, vayámonos ya – dijo mi madre abrazándonos a ambas por los hombros.

- De hecho, mamá, he estado pensando en que las demás también podrían venir a dormir a casa.

- Eh... como quieras, si vale – accedió.

Mire a Ruby, ella sonreía. Después mire a Anne y a Diana.

- Marilla ¿Puedo ir por favor? – dijo en tono de suplicia.

- Debes descansar – respondió.

- Señora Cuthbert, si descansaremos. Créame, si no duermo por lo menos 5 horas no soy persona – intente convencerla.

- Es verdad – intervino mi madre.

Marilla pareció pensarlo.

- Si, está bien – accedió finalmente.

Las tres miramos a Diana.

- Padre, madre ¿Puedo ir por favor? Anne ira – dijo.

Los Barry se miraron.

- Esta bien – dijo el señor Barry dubitativo.

- Gracias – agradeció.

- Iremos a preguntarles a las demás – dijo Anne.

- La verdad, creo que si somos pocas mejor – dije yo.

Las demás intercambiaron miradas y al final aceptaron.

Fuimos hasta mi carro, pero en el no entrabamos las cinco así que Marilla accedió a llevar a Diana y a Anne con ellos, ya que vamos literalmente por el mismo camino.

Al llegar a mi casa las cuatro se quedaron muy asombradas.

- Es casi más grande que mi casa – dijo Diana.

- No creo – dije yo – serán igual de grandes – sin darle más importancia seguí el bonito camino de piedras hasta la entrada.

- ¡Parece un castillo! – exclamo Ruby entusiasmada – eso si, da un poco de miedo. Es muy oscuro.

- Claro, así tiene que ser el castillo de las tinieblas – dijo una sonriente Anne.

- Aun que no lo parezca es muy luminoso – dije divertida.

- Entremos - indico mi madre.

- Anne ven, debes bañarte – dijo mi madre. Ella se encamino hacia e baño, seguida de Anne – Cariño déjala uno de tus pijamas – yo asentí.

- ¿Queréis comer algo? – ambas chicas negaron.

- Vale. Subamos –

Las tres subimos las escaleras hasta mi habitación. Al entrar en ella fui directa al armario y cogí uno de mis pijamas para prestárselo a Anne.

- Cassie ¿Por qué llevas pijama de hombre? – me pregunto Ruby.

- Oh, no creo que los pantalones solo deban llevarlo los hombres. Al fin y al cabo es un trozo de tela – explique – Además son muy cómodos.

Sali de mi habitación y volví a bajar las escaleras para darle el pijama a Anne. Seguidamente volví a subir.

*Que cansado.

- Tienes una habitación genial – me dijo Diana desde un sillón.

Épocas adelantada [Anne with an e]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora