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- Eso no es algo para estar orgullosa – dijo Marilla cuando vio mi cara.

- Si lo es, él era mucho más alto que yo y me sacaba un año – dije.

- La señora Cuthbert tiene razón, no te deberías sentir orgullosa de eso – después de decir eso me giño el ojo.

- Aunque hay que reconocer que tiene su meritó – dijo, el que supongo que es el señor Cuthbert. Yo le dedique una radiante sonrisa.

- Bueno, dejemos la chachara y cenemos tranquilos – dijo Marilla, que le dedico una mala mirada a su hermano.

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- Mañana será un estupendo primer día de escuela, estoy segura – dijo Anne mientras se ponía el pijama.

Ambas nos estábamos dando la espalda, una a la otra.

Cuando Anne ya termino se giró y me miro muy raro.

- ¿Duermes con pantalones? – su tono de sorpresa era evidente. Pero su cara lo era todavía más, tenía los ojos abiertos como platos y la boca en forma de "o".

- Si – afirme – son mucho más cómodos que los camisones, la verdad. De pequeña me movía mucho, y odiaba notar como se subía el camisón, así que decidí hacer unos pantalones y unas camisetas con mis pijamas.

- A mí, personalmente me parece más cómodo así, en verano no da mucho calor – confesó divertida.

- Bueno, para gustos los colores. Ahora a dormir.

- Yo no estoy cansada. ¿Y si hablamos un rato? – propuso.

- Pero mañana tendremos que levantarnos pronto – excuse.

- No nos echaremos muy tarde – insistió - ¿Por qué os mudasteis?

- Bueno, mamá y yo heredamos la casa cuando mi tío abuelo Asier, falleció por vejez. El nunca paraba de hablar de lo maravilloso que sería que viviéramos aquí. Mamá tendría ayuda y yo tendría una vida social más activa – explique.

- Si tanto amaba Avonlea ¿por qué se fue?

- Porque mi padre murió. Y aunque mi madre y yo nos pudimos quedar con mis abuelos, no podía ser para siempre. La casa no era lo suficientemente grande para toda la familia, mis tíos y sus cinco hijos (Mellizos y trillizos) vivían con mis abuelos. Así que, Asier fue a España para que nosotras pudiéramos vivir con él, y así fue. Cuando me expulsaron de la escuela el me apoyo y como no pude volver me empezó a enseñar en casa cosas más extensas de las que se aprenden en la escuela – expliqué.

- Eso sería un hermoso argumento para una historia "empezando una nueva vida en la otra punta del planeta, después de la desgarradora muerte de mi queridísimo Asier" – dijo divertida

- Oh, seguro que en la extensa biblioteca que tengo en mi dormitorio habrá algún libro con un argumento muy parecido – reí.

- ¿Tienes una biblioteca en tu habitación? – preguntó retóricamente – Ese es un sueño frustrado que no sabía que tenía. Sería tan maravilloso eso de poder coger un libro cada vez que quisieras – dijo soñadora.

- ¿Sabes qué? Te los podré prestar con mucho gusto.

>>Tengo muchos. Las paredes ni se ven porque están cubiertas por estanterías que llegan hasta el alto techo.

- Eso ya es alardear.

- Ya lo sé – con mis labios forme una sonrisa pícara.

- Aun así lo deseo tanto.

- Entiendo de cosas que deseas sin saberlo – murmure – Mejor que nos durmámonos, mañana será un largo día.

Épocas adelantada [Anne with an e]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora