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Anne y yo nos miramos, al instante ambas corrimos a dentro de la casa. Empezamos a cerrar las puertas de las habitaciones, y poniendo toallas mojadas en el suelo, delante de las puertas.

- ¿Cassie? – grito Gilbert, el cual estaba tirando agua con un cubo desde una ventana.

Al salir Anne empezó a toser y andaba más torpemente. Yo la agarré del brazo y la ayudé a salir.

Al salir Marilla, Rachel, la señora Barry, mi madre, Timoteo, Diana y Ruby se acercaron corriendo a nosotras.

- Anne – dijo Marilla.

- Cassie, mi pequeña heroína – dijo mi madre abrazándome.

- Casi pensaba que había perdido a mi mejor amiga - dijo Timoteo – digo a mi profesora – se corrigió.

- Tu también eres mi mejor amigo Theo – le abrace.

Jerry se acercó corriendo a nosotras.

- ¿Estáis bien? – pregunto Marilla.

- Si, estamos bien – dijimos Anne y yo a la vez.

- Están bien – le grito Jerry a Matthew.

- ¿A quién se le ocurre? – dijo Marilla.

- ¿Ha servido? – pregunto Anne.

- ¿Por qué habéis entrado? – pregunto Ruby.

- Ha corrido a dentro – siguió informando Jerry.

- ¿Ha frenado las llamas? – pregunte yo.

- ¿En qué estabais pensando? – pregunto Marilla.

- El fuego necesita oxígeno... Si cierras puertas y ventanas no entra – explique.

- Oh Dios mío – intervino Rachel.

- Anne y Cassie han reducido el fuego – grito Jerry.

- ¿Y cómo lo sabíais? – pregunto Marilla.

- A mi me lo enseño mi tío abuelo a los ocho años – dije yo.

- El manual de incendios del orfanato. No había mucho más que leer – dijo ella.

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- Te damos gracias, Señor, por tu misericordia... Por permitir, pese a la desgracia, que nuestros vecinos los Gillis – estreche la mano de Ruby – estén todos sanos y salvos. Gracias por mostrarnos el camino de la generosidad y la solidaridad. Y ayudarnos a superar este momento tan difícil te damos gracias por darnos la fuerza necesaria y por velar por nosotros y mantener a nuestro vecindario a salvo del daño. Alabado sea Dios Todopoderoso -recito el párroco.

- Bueno, decidido – dijo Rachel – La familia Gillis se alojara con los Barry, Los Cuthbert y nosotros.

- Os estamos tan agradecidos a todos, sobre todo a las extraordinarias Anne y Cassie. Por arriesgar vuestras vidas y actuar tan rápidamente – agradeció la señora Gillis – Y señoras, gracias por acceder a acoger a los niños, sobre todo sabiendo que no habrá escuela. Hay mucho que hacer. ¡Ruby! – llamo – ven por favor.

- No hay problema. Con gusto la acogeremos – dijo Marilla.

- Ahora Anne y Ruby podrán conocerse mejor – dijo la señora Gillis.

- ¿Qué? – Ruby acababa de llegar – No madre...

- Ruby.

- No quiero quedarme ahí – dijo Ruby.

- Cálmate – ordeno su madre.

- ¿Pero no puedo quedarme con Cassie? – preguntó.

- Ya basta. Esta decidido – intervino su padre.

- No lo soportare. Por favor no me obligues – la rubia empezó a sollozar.

Épocas adelantada [Anne with an e]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora