Capítulo 11

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—Como quieras. En ese caso, nos vemos luego.

Draco asintió y observó a Harry irse del parque, dejándolo solo en los columpios tras haberle indicado que tuviera una cita con su novia, y que no le hablara a Draco por un par de días.

Suspiró pesadamente y sacó su celular. Buscó el chat con Blaise, por suerte su amigo estaba conectado, y le escribió:


Hey, ¿estás libre?
13:04

Sí, ¿qué pasa?
13:04

¿Quieres que nos veamos? ;)
13:05


Sí, pero no para "eso"
13:05


Oh, entonces, ¿para qué?
13:07

Dudo que para ver Mamma Mia, ¿no? :(
13:08


Necesito hablar de algo contigo... Luego podemos verla si quieres
13:08


Está bien
13:08

¿Vienes a mi casa?
13:09


Prefiero que nos veamos en el lugar de siempre
13:09

Bien
13:09

Estoy en veinte minutos
13:10

Perfecto. Te veo ahí
13:11


Después de guardar el aparato, Draco se pasó una mano por el pelo y emprendió camino hasta el lugar. No quiso usar un traslador, le quedaba bastante cerca y quería tomarse un tiempo para pensar en lo que le diría a Blaise.

¿Estaría bien mentirle a Harry como estaba a punto de hacerlo?

Es por el bien de ambos, se dijo para influirse determinación.

Cuando llegó y entró, la bruja tras el mostrador lo miró de arriba abajo. El rubio solo le dio una sonrisa y preguntó si su compañero ya había llegado. Tras darle su nombre ella asintió y le dijo que estaba en la habitación tres. Draco le agradeció, aunque él ya lo suponía. Ellos siempre escogían esa habitación, por lo que al tener su permiso solo se fue al elevador.

Blaise Zabini había sido el hombre con el que Draco había compartido cama más frecuentemente y el último antes de su mejor amigo. Recapitulando, él no quería perder su tiempo e ir y conquistar un nuevo hombre cada vez que quería tener sexo, además de que era arriesgado y no pensaba exponerse ante cualquiera. Prefería tener relaciones con algún amigo, y antes de Harry, Blaise había sido el mejor, el más amable, generoso y atractivo. Pero más importante, Blaise gustaba de él como hombre, no como un amigo o una solución a un problema sexual. Ellos como dos chicos gays se veían como fuentes de atracción, alguna posibilidad de pareja y personas que se comprendían. Por lo que Draco confiaba fielmente en que Zabini estaría dispuesto a ayudarlo.

Cuando llegó a la habitación, tocó la puerta para que le abriera. El otro lo hizo mostrando esa encantadora sonrisa que resaltaba sus pómulos.

—¿Servicio al cuarto? —dijo seductoramente, atrayendo a Draco de la cintura.

El rubio rodó los ojos y le acarició el cuello con ambas manos, pero no pasaron de ahí.

—Oh, cállate. De verdad necesito hablar —Blaise asintió y entraron. Se sentaron en la cama, intercambiaron miradas en silencio, hasta que Draco decidió hablar—. ¿Cómo va todo en tu trabajo? ¿Algún nuevo proyecto?

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