Capítulo 19

16.4K 1.6K 966
                                        

Cuando la hora de salida llegó, Harry quiso esconderse al ver a Cho recoger sus cosas rápidamente.

Respiró, respiró y respiró, tratando de calmar los incesantes nervios que sentía.

Realmente resultaba hasta cómico. Él, Harry Potter, estaba asustado por tener sexo. ¡Por Merlín! Él no había sentido esta incertidumbre ni cuando tuvo su primera vez a los quince años.

De verdad, si le pusieran a elegir tener relaciones con Ginny y su extraña particularidad, o esto —sexo forzado—, Harry escogería a la primera sin dudar. Sobre todo ahora que por fin había mirado a Draco mientras este guardaba todo en su bolso, con una expresión dolida en el rostro.

¿Por qué él estaba triste?

—Hey, uhm —Harry intentó decir, con una sonrisa torcida—. Podemos vernos más tarde, iré a tu casa.

Draco dejó el cierre de la mochila a medio cerrar y se quedó viéndola fijamente. Su manzana de Adán subió y bajó dos veces antes de que musitara.

—No vayas. Hoy no puedo —Harry dejó caer la mandíbula, incrédulo. ¿Había escuchado bien?—. Tendré una llamada con Blaise, hay muchas cosas que quiero contarle y no... no quiero que estés allí cuando lo haga. Sería bastante incómodo para mí.

El corazón de Harry probablemente ahora estaba en su garganta, o en algún lugar de su estómago, no lo sabía con exactitud. Lo único que sabía es que había un horrible hueco en el lado izquierdo de su pecho, y que éste ardía de una manera insoportable.

Draco, su mejor amigo, su "en las buenas y en las malas..." le estaba diciendo que le incomodaría su presencia y que por eso no podrían verse más tarde.

Al parecer tener sentimientos no correspondidos no era el único castigo que merecía por su equivocación. Esto, ser dejado de lado por la persona que es tu vida diaria, tu mano a tomar, era sin dudas más doloroso que nada que Harry hubiese experimentado antes.

—No me mires así —Draco suplicó con la voz frágil. Sus ojos parecían estar tan húmedos como los de Harry—. Tú... tú estarás con Cho. Debes volver a ser el mismo de antes para que esto pueda funcionar otra vez.

Entiendo pero, ¿y si no lo consigo, qué?

Él no preguntó eso, a pesar de que las palabras se atropellaron en su lengua él se forzó a no dejarlas salir. Siendo sinceros, tenía miedo de lo que Draco le respondería si lo preguntaba.

No estaba seguro de si respondió. Probablemente no lo hizo, porque el rubio lo miró preocupado, sus grandes ojos brillantes por lo que Harry estaba seguro, era tristeza.

No me mires así cuando me estás dejando de lado, por favor.

Parecieron mirarse por horas, días, Harry tampoco estaba seguro de eso. Solo era consciente del picoso deseo de acariciar la mejilla de su amigo, ocultar el rostro en su cuello y respirar.
 
Esto era sumamente difícil. ¿Cómo hacían las personas de esos libros que Hermione leía para vivir por años enamorados de una persona? Harry llevaba como día y medio enterado de sus sentimientos y ya quería arrancarse el cabello de la impotencia, de la dolorosa angustia que le embargaba el cuerpo al no poder decirle a Draco que no quería a Cho, ni a ninguna otra chica, sino a él.

Pero si lo hacía, sólo conseguiría alejarlo más. Así que Harry se mordió la lengua y desvió la mirada.

Escuchó a Draco suspirar y terminar de cerrar su mochila. Casi pudo imaginarlo guindándosela en un hombro y saliendo a toda prisa del salón.

Harry quiso convencerse de que quizás esto ayudaría. A lo mejor tener sexo con Cho le haría darse cuenta de que estaba confundido y en realidad no gustaba de Draco. Mágicamente todo se arreglaría, su amigo conseguiría un novio o volvería con Blaise, y Harry seguiría follando hermosas chicas hasta que tuviera setenta años. Todo quedaría como un acto curioso de Harry, una aventura hormonal que no merecía gran espacio en sus memorias.

EstrechezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora