Capítulo 13

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Al día siguiente, Draco decidió que hacer cucharita no era tan malo, al menos no tanto como amanecer con Harry tumbado sobre su espalda, haciendo que hundiera el rostro en la almohada por todo el peso sobre su cuerpo.

Suspiró y se removió, tratando de ignorar la erección matutina del tipo. Merlín, ¿cómo podía tener una tras correrse, al menos, cinco veces en la noche? El pene de Draco estaba suplicando clemencia, pero no tanto como su maltratado, arruinado agujero.

La noche anterior había sido confusamente excitante, pero él no podía sentirse complacido, al menos no moralmente.

Ahora él también era infiel.

Si los triángulos amorosos eran complicados, esto que estaba sucediendo era ya como un pentágono de infidelidades y atracciones tóxicas.

Suspiró y trató de zafarse de nuevo, consiguiéndolo para su sorpresa. Harry se apartó quejándose y terminó boca arriba, respirando con la boca abierta y un hilo de saliva escurriendo por un costado. Draco rió y se sentó. Le hubiera tomado una foto, si no tuviera ya decenas de ellas así y mucho más embarazosas.

Era difícil creer que este era el mismo chico que anoche lo había azotado, clavado contra el colchón, amordazado y amarrado a la cama.

Pasaron tantas cosas ayer.

Abrazándose las piernas, Draco pensó en cómo esto había empezado a convertirse en más que sexo. Porque lo era, ¿no? La necesidad, el deseo crudo de estar con el otro era inexplicable. Pero más ilógico era la forma en la que Harry tendió a demostrárselo, esa actitud de hombre cruel y declinante le había puesto, en consecuencia, extremadamente condescendiente. Era algo atemorizante saber que ya empezaba a adaptarse al estado de humor de Harry, aún si este variaba de manera constante.

¡Por esto él intentó ponerle un alto! ¿Y qué si fue Harry el que inició todo? ¿Qué acaso su palabra no valía? Bueno, no es como que él se mostrara tan... firme ante sus decisiones, ¡pero él realmente lo estaba intentando! Ahora tenía como el triple de remordimiento al saber que le estaba siendo infiel a Blaise —aunque, temporalmente sólo era una relación falsa—, que Harry le era a Ginny y que ellos estaban pasando de un "enamoramiento casual" —por decirlo de alguna manera— a convertirse en pseudo-amigos. Y Draco no quería llegar a eso, jamás se perdonaría perder su amistad con Harry como si hubiera sido algo completamente falso, porque no era así. Eran amigos. Unos muy raros y que claramente tenían que trazar algunos límites, pero mejores amigos al cabo.

—¿Te he dicho que cuando estás triste abultas los labios?

Ellos definitivamente eran escalofriantes.

—¿Lo hago? —preguntó, tocándose su labio inferior con los dedos.

Harry asintió rascándose un ojo con flojera.

—Sí. Además abultas tus mejillas, totalmente adorable —el rubio frunció el ceño, cruzando los brazos sobre su pecho.

—Tú probablemente deberías irte —dijo, sentándose mejor.

—¿Por qué?

—Es que...

—Dragón, ¿estás despierto? Blaise está aquí —la voz de su mamá resonó en el pasillo, congelando a ambos—. Vamos, cariño, no seas tímido.

Podría molestarse, señora —esa era la insegura voz de Blaise. Ambos sonaban a unos cuántos pasos de su habitación.

—Oh, por eso —susurró Harry. El muy bastardo sonreía divertido. Draco lo miró aterrado, apurándose a ponerse la ropa interior.

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