Capítulo 15

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Después de que los corrieran del lugar en el que estaban, ya que según varios comensales se quejaron de sus carcajadas y de que sus conversaciones eran absolutamente sexosas, ellos terminaron en una plaza, conversando sobre la tácita ruptura de Ginny y Harry. El ojiverde la había llamado para decirle que se vieran en esa misma plaza, decidido a terminar con ella. Mientras esperaban, pudieron notar que Harry comenzaba a asustarse.

—Podemos darte consejos para que te sientas seguro, y... ya sabes. No la cagues —ofreció Hermione.

Harry miró a los otros dos, que le sonrieron, afirmando aquello y dispuestos a ayudarlo en esta situación. Ciertamente, si Harry no tenía experiencia en novias, mucho menos tenía idea de cómo terminar con ellas sin que le cruciaran la entrepierna.

—Está bien.

(...)


—Y recuerda, ¿quién eres? —exclamó la castaña.

—¡Harry Potter!—contestó firmemente.

—¿Y quién es ella? —consultó Draco, en el mismo tono.

—¡La que será mi ex-novia!

—¿Y qué queremos? —exigió Cedric con varita en mano, fingiendo que era un fuete.

—¡Terminar la relación con ella de la forma más sana posible para que no me odie y poder ser su amigo en el futuro tras haber olvidado su amplia vagina!

Los tres se cruzaron de brazos, asintiendo orgullosos por su trabajo.

—Estás listo. ¡Ahora ve y termina con ella para que puedas follar con Draco! —ordenó Hermione, señalando hacia donde se aproximaba la pelirroja.

—¡Sí! Espera, ¿qué? —dijo el rubio con el ceño fruncido. Pero ya Harry había salido corriendo hacia Ginny, que se notaba curiosa.

—¿Creen que vuelva vivo? —indagó ella, sentándose en la banca para poder mirarlos. Cedric la imitó, mirando a lo lejos.

—Quizás, pero creo que ella no pasa de quitarle un testículo.


(...)


Joder, esto realmente tiene que salir bien. No digas nada estúpido y no nos colgaran de las pelotas, pensó.

—Hola, Harry —habló Ginny apenas llegó.

—Hola, tú... ¿estabas ocupada? Espero no haberte molestado.

Ella negó con la cabeza. Ambos se sentaron en la grama, debajo de un árbol para agarrar la sombra.

—Estaba con mi hermano. De hecho, me cayó bien la llamada... —dijo, su tono de voz decayendo—... Necesito hablar algo muy importante contigo.

Harry sintió como la valentía se drenaba de su cuerpo, y esperó que la expresión nerviosa en su cara no fuera tan obvia.

¿Algo importante? ¿Qué podía ser? Ellos no habían... Oh, Merlín, ¡¿y si estaba embarazada?!

No seas estúpido, si no te la follaste no puedes embarazarla, idiota.

Cierto, ¿entonces qué?

—Bueno... ¿lo mío primero? —preguntó él.

Ginny se lo pensó con una mueca incómoda, y a cada segundo, Harry estaba más preocupado. A la final, la pelirroja terminó negando de nuevo.

—Me... gustaría que lo mío fuera primero —musitó.

—Hey —habló, sonriendo levemente—, puedes confiar en mí, ¿sabes? No importa lo que me digas, no te juzgaré ni nada

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