Estrechez

Capítulo 17

Un mes después.

Draco salía de la chimenea de la casa de Harry, todo agitado y nervioso. Fue corriendo a la habitación de su amigo y tocó su puerta con desesperación, sin importarle que la madre de este despertara. Cuando la puerta se abrió, sin querer terminó golpeando al pelinegro en la nariz.

—¡Auch! ¡¿Qué te pasa?! ¡Me acabas de romper el tabique, o como sea que se llame esta cosa! —gruñía sobándose el hueso.

—¡Harry! —exclamó Draco, pegando brincos, ansioso—. ¿Cedric no te despertó? ¡¿Por qué no estás vestido?!

Harry, que seguía tratando de colocar su nariz en dónde iba, le miró con el ceño fruncido.

—¿Vestido para qué?

—¡Hoy es lunes, retomamos las pruebas!

Harry parpadeó y se quedó mirando al cielo, completamente desubicado.

—¿Hoy es lunes?

El ojigris se palmeó la frente y empujo a Harry dentro de la habitación, ignorando cualquier comentario mordaz que este soltara.

—¡Vístete! Yo buscaré lo que necesitas —dicho esto, comenzó a revisar las cajas que estaban dentro del armario del moreno, sabiendo que guardaba sus cosas en lo más oculto de su clóset cada vez que salían de vacaciones.

Cuando consiguió una libreta que estaba casi, casi en buen estado, se giró tras tomar la pluma y bolso del pelinegro. El muy idiota seguía parado con una expresión confundida, mirando a Draco con los ojos desenfocados.

—¿Qué estás esperando? ¿Acaso quieres que te vista yo también? —refunfuñó el rubio guardando todo en el bolso.

—Es que yo pensaba que hoy era sábado —dijo con un puchero, antes de dar un bostezo y acostarse lentamente en su cama—. No quiero ir. Que te diviertas —murmuró tapándose con una cobija, misma que fue arrebatada rápidamente por Draco.

—¡Estás demente si piensas que voy a ir solo!

Harry aumentó su puchero y se abrazó a sí mismo, como diciéndole a Draco "no necesito la estúpida manta para seguir durmiendo, crédulo".

Draco emitió un ruidito desesperado antes de jalar la pierna de Harry para intentar sacarlo de la cama. Lo cual hubiera resultado si el chico no se hubiese aferrado al copete para evitarlo.

—¡Potter, por Merlín, deja de ser un jodido niño! —exigió jalando con más fuerza su pierna.

—¡No! ¡No quiero! —lloriqueó aferrándose con más fuerzas al respaldo—. ¡Que me arrancas la pierna! —chilló.

—¡Entonces deja de hacer tanta aversión y saca tu trasero de la estúpida cama!

—¡Jódete!

—¡¿Se puede saber qué espera Harry para levantarse?! —gritó Seamus al patear la puerta, irrumpiendo en la habitación—. ¡Llevamos media hora esperándolos afuera!

—Un señor se nos acercó a preguntarnos cuánto cobraba Theo —rió Dean.

El chico le pegó un codazo, avergonzado.

—No es gracioso, ¡yo no tengo cara de puta!

—Yo lo único que sé es que nos veíamos bien divinos en esa esquina —dijo Cedric chasqueando los dedos y batiendo su cabello imaginario por sobre su hombro.

Neville lo miró un par de segundos antes de girar hacia Theo.

—¿De verdad te dejas dominar por... eso? —el otro se sonrojó furiosamente.