Capítulo 10. No soy tu protectora.

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Al día siguiente – Oficina de Luisita

Marina entraba a la oficina que estaba junto a la de ella para tratar de calmar a su amiga. Había pasado media hora tratando de concentrarse en su trabajo sin prestarle atención a los gritos de Luisita, pero hubo un momento que ya no los pudo aguantar y se levantó de su silla para ir a intervenir.

- ¡QUE SEA LA ULTIMA VEZ QUE ESTO PASA! – Enfrente de la rubia habían unos siete empleados alineados con la cabeza agachada mientras Luisita caminaba delante de ellos. Marina entro y apoyándose en el escritorio de la chica se decidió a mirar, le encantaba cuando Luisita perdía sus cabales. – NO LO VOY A PERMITIR – la rubia caminó hasta el escritorio y agarró un montón de papeles – Estos son sus currículum – agarró uno al azar y lo leyó – Secretaria ejecutiva durante tres años en Waterhouse Coper, manejo de tres idiomas, bla, bla, bla – lo tiró al piso y agarró otro - Licenciado en manager de negocios con un doctorado en Yale, etc. Etc. – agarró todos los papeles y los cortó por el medio para después hacer una lluvia de papel con los mismos - ¿TODO PARA QUE? ....ALGUNO CONTESTE... ¿Para qué Rocío? – ordenó parándose enfrente de su secretaria privada.

La mujer subió la cabeza y buscó ayuda en Marina, se dio cuenta que no la iba a encontrar cuando le vio una sonrisa malévola en el rostro de la chica

– Señorita Gómez... lo sentimos mu...

- La respuesta es... - volvía a su normal tranquilidad – Todo para que cuando su jefa se quiera tomar una aspirina y vaya a buscar agua para hacerlo y el dispenser esté vacío – contó el final de la cuestión

- No es mi cul... – uno de los chicos quiso hablar pero la mirada de Luisita se lo comió - Retírense – les dijo dándose vueltas hacia su escritorio. Ninguno de los empleados dudo un segundo en seguir la orden

-¡OYE TU! – Marina frenó a su propia secretaria, poco le importó que había caído en el reto de su socia – Michele...

- Es Marcel – la corrigió la chica

Marina giró los ojos

– Michele ¿Qué te dije de la falda? – le preguntó haciendo que la joven mirara su vestimenta.

La chica se la desprendió y la subió unos cinco dedos por arriba de la rodilla

- ¿Así está bien? – preguntó ruborizada.

- Camina hasta la puerta como te dije y después lo charlamos en mi oficina – le dijo la castaña despidiéndola. La mujer hizo caso y salió agitando bien su trasero como le había enseñado Marina

- No tienes remedio Marina – la reprendió Luisita.

Marina esperó a que todos los empleados salieran para mirar a su amiga que ya estaba sentada en su trono y con una lapicera firmaba papeles

– Oye Luisita, no es que me moleste, porque tú sabes que cuando se trata de torturar gente, a mi me encanta, Pero ¿Qué demonios pasa contigo hoy? Nunca en mi vida te había visto perder los cabales tantas veces en un mismo día – agregó.

La rubia soltó la lapicera bruscamente para después agarrarse la cabeza y apoyar sus codos en el escritorio

– Dime que tú estás tan preocupada como yo Marina. Son las seis de la tarde y aun no sabemos nada – soltó de repente.

La castaña suspiró y caminó hasta el sillón que Luisita tenía en su oficina

- ¿Por la rarita? Por supuesto que sí – le aseguró una vez sentada – Pero Luisita no podemos...

La rubia salió de su posición y se paró nerviosa para caminar por su amplia oficina

- No me digas nada Marina, ¿cómo carajo se nos ocurrió dejarla ahí? Tendríamos que haber hecho algo. No apareció en toda la noche – le dijo

I'm Not For YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora