Capítulo 40. La verdadera razón.

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Mientras Molly le seguía demostrando su más reciente aprendizaje a cada persona que se le cruzaba, incluida las bailarinas que esperaban por el diseño de Amelia, un monstruo se despertaba de a poco en el interior de Luisita.

- Pensé que iba a ser divertido verle la cara a mi hija – Manolita le comentó tanto a Devoción como a Marina que estaban a su lado en la puerta de casa - Pero ahora que lo pienso mejor, no me parece tan divertido – sacó mejores conclusiones luego de percibir la rabia que salía de los poros de su hija – Esa mujer no me cae para nada bien – agregó de mala manera.

- Había olvidado cuanto detesto a la perra esa – comentó Marina señalando a la recién llegada – Algo se trae entre manos – dijo - ¡María! – No hizo falta nada más para que la perceptiva bailarina ya estaba sacando a las tres pequeñas del jardín con ayuda de la hermana Benigna y Jane.

- Y por la cara de Luisita, ella la detesta mucho más que ustedes y yo juntas – esta vez fue Devoción la que señaló lo obvio - ¿Cree que ya sabía que éramos los padres de Amelia? – Marina y Manolita la miraron, estaban tan ocupadas queriendo molestar a Luisita, que no se habían dado cuenta de ese detalle.

Inma acababa de descubrir que los padres de Amelia tenían relación con las inversiones Gómez-Crespo.

- Por la cara de tu marido, él debe estar pensado lo mismo – Opinó Manolita.

Tanto Tomás como Marcelino habían dejado de acosar a las bailarinas para acercarse a Luisita como soporte de la rubia.

- ¡Dios! Se van a sacar chispas – Manolita señaló a Inma Ordóñez y después a su hija – Parece que estuviéramos viviendo un duelo de miradas mortales – apuntó mirando como una ya erguida Luisita enfrentaba desde la distancia a la dueña de la joyería que no se quedaba atrás con su postura desafiante.

- Bueno si la muy idiota se atrevió a venir hasta la casa de sus enemigos va a tener que soportar mucho más que un par de miradas – Marina estaba que hervía y caminó con fuerza para juntarse con los dos hombres detrás de Luisita.

Devoción y Manolita se miraron y después de varios segundos siguieron a la castaña.

- ¡Inma! – Amelia se acercó a la elegante mujer con entusiasmo y hacía que el monstruo estirara sus brazos recién levantado y listo para iniciar batalla.

Luisita respiraba profundo y contaba hasta diez una y otra vez, su mirada nunca dejó a la otra mujer.

– Tranquila Luisita – sintió que el padre de su novia le murmuraba.

La rubia volvió a respirar hondo y se concentró en el dolor que aun emanaba su cuerpo por las cosas que su morena había hecho con ella. Amelia le había demostrado con cada embestida, con cada segundo que pasó besando su piel y con cada letras que formaba hermosas palabras que la quería como a nadie y Luisita no podía dejarse llevar por la simple presencia de esa idiota que para la ella, no era más que una vil estrategia en contra de sus inversiones.

Pero para nada ayudaba a calmar los celos de la empresaria que la joyera luciera espléndidamente bien en un vestido blanco de tela ligera que destacaba sus piernas. Mucho menos hizo para calmar al monstruo el hecho de que la sonrisa de Inma se extendiera apenas vio a Amelia llegar a abrazarla

- ¿Qué haces... qué haces aquí? – preguntó Amelia aun entusiasmada. El tono jovial de su novia hizo que el monstruo sacara sus uñas una por una.

- Vine a verte – contestó Inma – Te extrañaba demasiado – palabras mágicas.

Y Luisita trató, y recontra trató de apaciguar la ira que provenía de su interior, los celos, el enojo y todo lo que la llegada de esa mujer le ocasionaba, pero escuchar esas palabras seguido de ver como esa estúpida mujer acomodaba un mechón de pelo caído de Amelia y le acariciaba la mejilla como si nada, todo su cuerpo se movió con rabia hacia el dúo.

I'm Not For YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora