Capítulo 27. Lo que el farmacéutico dice.

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Mismo día a la tarde – Oficina de Luisita

- Así como lo oyes Manolita, así como lo oyes – le aseguró Marina a través del manos libres de su móvil

La castaña había tenido varios asuntos que atender hasta el mediodía, pero ya de tarde, iba rumbo a la oficina con todas las intenciones de indagar a su socia acerca de los acontecimientos de la noche anterior

- ¿Cómo que si estoy segura de lo que digo Manolita? – Marina estaba poniendo al tanto a la Señora Gómez de la información que manejaba - ¿Tengo que repetírtelo? ¡Dios! María me hizo explicarle mis deducciones como tres veces esta mañana... Bien – se resignó – Abre bien tus viejas orejas... Evidencia número uno

Empezaba el recuento de la investigación realizada por Marina

- Las últimas en dejar el edificio la noche anterior fuimos Rocío y yo – aseguró – Y cuando nos fuimos la rarita... - Marina giró los ojos ante el reproche de la madre de su mejor amiga – Bueno, bueno... AMELIA – destacó – la rarita – murmuró para ella, no había otra forma de reconocer a la morena para la castaña que no sea esa – Seguía esperando a la testaruda de tu hija en el lobby, y estoy muy segura de que no se iba a mover de ahí hasta no verla

De hecho ella misma le había dado permiso para que se quedara siempre y cuando Marina podía pasar a ver al Mercedes Brabus, pero esa extorsión no tenía por qué saberla nadie más que ella y la rarita

– Si, si, ya sé que la rubia culona de tu hija... - Automáticamente Marina frenó el coche para ver si no estaba Amelia para corregirla - ¡Dios! La rari me ha vuelto una psicótica perseguida, ahora no puedo hacer mis bromas sobre el trasero de Luisita sin pensar que en cualquier momento la rari me corta por partes y me mete en unos de sus freezers. Como sea... ya se que la rubia culona de tu hija estaba enojada con ella, que se encerró en su oficina sin querer ver a nadie y que no hay nadie más cabeza dura en el mundo que Luisita pero... - Y esto era muy importante – Manolita... la rari es el virus que atraviesa absolutamente todas las paredes protectoras que tiene Luisita en sus sistema

Marina estaba actualizada

– Y cuando digo todas, me refiero a absolutamente todas. ¡Por Dios Manolita! Tu viste con tus propios ojos la cara de tonta enamorada que pone cada vez que la rarita está cerca... ¡Exacto! – Al parecer la señora Gómez le había dado la razón – Y eso que ni siquiera la viste toda verde defendiendo su territorio el otro día

Por otro día se refería a aquella tarde en que ella y Luisita fueron a ver los nuevos inquilinos de Amelia y se encontraron con una pequeña sorpresita

– La tendrías que haber visto toda celosa Manolita, más que Hulk era "La increíble Luisita". No paró hasta que todas las valijas de la morena nueva estuvieran afuera del edificio, y la rari la miraba con su cara torcida y toda confundida... ¿El chico? –Manolita, que al parecer estaba muy al tanto de la situación, preguntaba por el otro inquilino - Por favor... - Marina soltó la carcajada justo mientras entraba a la cochera del edificio – Después de que vio como Luisita echaba a patadas a la otra tipa salió espantado de allí

Al parecer la morena se había quedado de nuevo sola en su departamento

- En fin – La conversación se había desviado – Evidencia número dos, tu hija no volvió a dormir al departamento y... - Marina giró los ojos - ¿Puedes ser más negativa? ¿Cómo que se puede haber quedado llorando en la oficina? – Manolita no quería ilusionarse – Primero que todavía no sabemos si tu hija es capaz de llorar y no derretirse y segundo que una de los principios supremos e inquebrantables de Luisita es "Tu casa es mi casa, pero mi oficina no es tu casa"

I'm Not For YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora