Capítulo 36. Las morenas se divierten más.

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Con el grito de Luisita, la morena llegó más rápido aun al gran encuentro. A la primera que Amelia vio fue a su madre, pero inmediatamente su cabeza giró a la mujer que tenía los hábitos puestos y que con la poca fuerza física que tenía sostenía por sus brazos a una furiosa Jane

- ¿Qué... qué... qué... Qué hacen acá? – Finalmente preguntó - ¿Luisita... que... - Apenas la cabeza de Amelia giró para buscar a su novia la encontró con su mirada puesta en otra cosa.

La mirada de Luisita era derecha y un poco inclinada hacia abajo, a la morena no le quedó otra que seguir su línea de visión

- ¿Luisita que... - la pregunta murió en su garganta cuando los ojos de Amelia encontraron a la misma pequeña que la empresaria miraba con gran atención.

La niña tenía el mismo color de pelo que Amelia y al igual que la morena también lo llevaba atado en una cola de caballo. Sus pequeñas zapatillas de suela blanca y lona azul estaban desatadas. Tenía un jean azul y una camisa roja con un dibujo de un patito de hule estampado.

El color rojo parecía predominar, porque la mochila que tenía la pequeña sobre sus hombros era de esa misma tonalidad, aunque el conejo medio destrozado que tenía agarrado fuertemente en uno de sus brazos era celeste y parecía bastante sucio. La mano libre de la pequeña estaba en su boca, la niña se chupaba el dedo como si su vida dependiera de ello. Pero lo más impactante de la pequeña, y por lo que Amelia se dio cuenta que estaba nada más y nada menos que en presencia de su hija, fue la forma en que con su cuello torcido, y con grandes ojos avellanas abiertos miraba a Luisita.

La mini morena miraba a la rubia con la misma obsesión que lo hacían Amelia y hasta la misma Beth. Al igual que Beth y que Amelia, la nena se había enamorado a primera vista de la empresaria y eso para Amelia valía más que cualquier prueba de ADN.

Por su parte Luisita miraba a la pequeña con una mezcla de adoración y ternura que llamaba la atención de todos los presentes.

La morena empezaba a caer en la cuenta poco a poco de lo que estaba pasando e intercalaba sus miradas entre la gente mayor que esperaba su reacción y entre Luisita y la niña que no dejaban de mirarse mutuamente.

– No, no, no... no es cierto... - los pies de la tatuadora retrocedían como si tuvieran voluntad propia y la cabeza de la chica se agitaba en negativa sin pausa alguna – No... No... No puede ser...

La necesidad de salir corriendo de ese lugar la llenaba y las miradas que estaba recibiendo de las cuatro mujeres mayores no ayudaban en nada. Una vez más Amelia Ledesma había hecho algo mal. Sus pies se movieron más rápido esta vez y con un rumbo definido.

- ¡AH NO! ¡ESO SI QUE NO! - El silencio de la sala que solo era interrumpido por las constantes negativas de Amelia y su respiración agitada, se rompió cuando Jane pudo soltarse de su hermana y se fue inmediatamente hacia la tatuadora - ¡NO PIENSO PERMITIR QUE HUYAS NUEVAMENTE!

A pesar de los muchos más años que le llevaba a la joven, Jane llegó antes que la morena pudiera ni siquiera pensar que le impedía moverse. Jane la agarró del brazo. La morena se retorció apenas la melliza tuvo en sus manos el brazo de la morena, tenia lo peor, se venia un regaño más

- ¿CUANTAS VECES TE DIJIMOS CON BENIGNA QUE USARAS PROTECCIÓN AMELIA? ¿CUANTOS PAQUETES DE PRESERVATIVOS TE COMPRE? ¡DIME!

- Muchas – la morena contesto con su cabeza baja, no la estaba pasando para nada bien

- Jane por favor, tranquilízate – le pedía su hermana

- ¡NO TE PIENSO ESCUCHAR BENIGNA! ¡Y DIGO TODOS LO QUE SE ME DA LA GANA! Y ESTO ES CULPA TUYA Y DE TU DIOS, ASI QUE NO ME PIDAS QUE ME CALME – la acusó la mujer con la mano que tenía libre

I'm Not For YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora