Capítulo 21. Tres citas y un desplante.

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Día de la cita - A la tarde en el departamento de Luisita

- ¿De qué te ríes? - Para sorpresa de Luisita, María entraba por la puerta del departamento a la carcajada pura - Pensé que tenías una academia de danzas por dirigir y que tenías cosas importantes que hacer

Ella misma había decidido trabajar solo en la mañana porque quería prepararse para su cita con Amelia y porque de nada servía estar en su oficina mirando el techo, si en lo único que podía pensar era en la morena, en la mirada de la morena, en los tatuajes de la morena y en la boca de la morena haciendo cosas en ella, y en Amelia escondiéndose en su cuello, y en el pene duro de Amelia sobre ella... En fin, decidió tomarse la tarde libre.

Planeaba hacerse unas máscaras de pepinillos, relajarse en el Jacuzzi, depilarse, no porque pensara acostarse con Amelia, pero de todas maneras siempre es bueno estar lista.

En fin, Luisita quería entrar en estado de cita total y disfrutar de la tranquilidad de un departamento sin sus amigas. En realidad no era María la que la molestaba, sino más bien Marina, pero Luisita sabía que la bailarina era el punto de irritación de Marina, así que si no estaban las dos su tarde pre cita se iba a hacer más llevadera.

Desgraciadamente sus planes se arruinaron a penas la bailarina entró al departamento matándose de la risa.

Luisita esperaba una respuesta de la bailarían, pero cada vez que María intentaba hablar volvía a reírse sin parar.

La bailarina terminó por tirarse en los sillones y rubia la siguió con su menjunje listo para aplicar. Mientras esperaba a que la bailarina cesara su risa, con sus dedos se lo ponía en forma circular por todo su rostro. El último toque eran dos rodajas de pepinos sobre sus ojos.

- Oh Dios... déjame un poco - la bailarina le sacó el cuenco y empezó a aplicarse lo que quedaba.

- ¿Me vas a decir que es lo gracioso? - ya era hora de que dejara el misterio.

María volvió a sonreír y por un segundo Luisita tuvo miedo que de volviera la risa imparable, pero esta vez la voz de la bailarina salió sin parar

- Vengo de ver a Álvaro - contó como si eso resolviera el enigma.

Luisita frunció el ceño cuando la bailarina nombró a su novio, todavía no superaba a la Marina totalmente borracha que se encontró en su propia oficina cuando volvió de hablar con Amelia. Si no hubiera sido por la felicidad de la rubia probablemente Rocío estaría en la calle por haber dejado que Marina acabara con las botellas de champagne.

Lo que sí hizo fue llamar a María inmediatamente y preguntarle porque Marina no paraba de llorar y de balbucear que María ya no la amaba y que ahora iba a tener pequeños hijitos y toda clase de cosas que solo se le escuchan a la castaña cuando está pasada de alcohol.

Si no hubiera sido porque la bailarina le empezó a contar que se había formado una nueva leyenda en el estudio de tatuajes llamada "Los gritos de Luisita", de lo cual la rubia no estaba para nada avergonzada y porque María le contó de la broma de los chicos a Amelia acerca del cartel que le hicieron y de cómo Amelia los despidió a todos, lo más probable es que Luisita hubiera regañado a María por dejar a Marina rodeada de botellas con la noticia de su noviazgo.

Además que apenas la empresaria le contó de la cita con Amelia, la bailarina empezó a hacer todo tipo de planes entusiastas para que salieran en una cita de a cuatro, a elegir vestimenta para la rubia y a expresar su enorme felicidad que dejó un poco enterrado el tema de Marina.

Esa noche la castaña no volvió al departamento y cuando, a la mañana siguiente, Luisita quiso entrar a la oficina de la chica recibió un enorme "vete de aquí" como respuesta. Normalmente la rubia hubiera insistido, es más, hubiera entrado igual, pero esta vez y con un muy buen criterio se alejó rumbo a su propia oficina.

I'm Not For YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora