Las palabras de Rebecca me dejan paralizada. No voy a negar que el hombre me parece demasiado atractivo, pero nunca se me había cruzado por la cabeza acostarme con él.
Bueno, tal vez sí había fantaseado sobre eso alguna que otra vez en el pasado, cuando ni siquiera lo conocía. Ahora que es mi jefe no podría hacer algo así.
Sacudo mi cabeza cuando me encuentro pensando que igualmente sí me gustaría y vuelvo a hablar para sacarme la intriga.
—Por supuesto que no. Pero, ¿por qué lo dices?
—Dicen que el pene de Henri está maldito— suelta con total naturalidad.
Tengo que cubrir mi boca para que no se me escape una enorme carcajada ante su respuesta. Es oficial, esta chica está loca y yo recién me entero. A decir verdad, cada vez me cae mejor.
—¿A qué se debe esa acusación? —pregunto haciendo un gran esfuerzo por dejar de reírme.
—Veras, no existe una sola mujer que haya seguido trabajando en el restaurante luego de tener sexo con él. Así de simple.
—¿Con tantas mujeres ha estado?
—Ya perdimos la cuenta, eso debería ayudar a darte una idea del número— agrega bajando cada vez más la voz.
—Tal vez simplemente renunciaron para no tener que seguir cruzándose con él. Después de todo, es una actitud bastante poco profesional de su parte acostarse con sus empleadas— admito sintiéndome algo molesta.
Para ser un chef tan impresionante y tener fama de ser perfeccionista a un nivel casi enfermizo me asombra enterarme de que no se relaciona de manera apropiada con la gente con la que trabaja. El cocinero perfecto al parecer no lo es tanto. Y aunque su vida privada no cambia en nada mi admiración hacia su trabajo no puedo evitar sentirme un poco decepcionada.
—Puede ser que hayan renunciado, o puede ser que su miembro traiga mala suerte. Estás advertida—comenta aseverando su mirada—. No quiero perder a ninguna mujer más en esta cocina, ya somos pocas de por sí. Entiendo que es muy sexy, pero ponle candado a tu ropa interior. Y ahora vamos, es hora de trabajar.
Rebecca me arrastra de nuevo a la cocina aferrándose de mi brazo y me deja en mi estación de trabajo. La tarea que me asignaron para hoy es sencilla, algo lógico para ser mi primer día. Solo debo pelar papas, cebollas y zanahorias y cortarlas en pequeños cubos que luego serán utilizados para distintas preparaciones. En pocas palabras, debo ayudar con el mise en place, organizar y preparar los ingredientes que se van a usar para cocinar los platos del día.
—Los cubos deben ser iguales entre sí, Isla. Henri solo acepta cubos perfectos, hazme caso— recomienda Becca mientras se seca el sudor de su frente.
Lleva bastante tiempo siendo parte de Doux Paradis así que voy a tomar todos sus consejos. Ella no se encuentra trabajando cerca de mí ya que está con los chefs más experimentados encargándose de la cocción de los platos. Verla trabajar me hace sonreír por dos razones. La primera es que puedo notar a simple vista que es una chef habilidosa y dedicada, y la segunda es que estoy segura que algún día voy a estar ahí al lado de ella.
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Crème Brûlée-Un sueño entre sabores | ✓
ChickLitDesde pequeña Isla tuvo una sola pasión, cocinar. Al terminar sus estudios y convertirse en chef decide irse de Argentina para probar suerte en Nueva York con un objetivo en mente, ser una de las cocineras más reconocidas a nivel mundial. Y está dis...