Capítulo 23

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Henri

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Henri

Isla se abalanza sobre mi sin previo aviso. Me encierra en un abrazo que no estaba esperando y que no me siento preparado para devolver, por alguna razón parece que no lo merezco. Pero mierda, sí que se siente bien. Su presencia representa una oleada de calidez en un océano helado formado por mis peores pesadillas.

No la he dejado subir por su insoportable e infantil insistencia sino para comprobar lo que ya vengo sospechando hace rato. Isla Quiroga tiene la habilidad de hacerme sentir bien. Donde sea y como sea.

Saber eso me lleva a sentir un miedo paralizante. Quiero levantar mis brazos, quiero rodear su cuerpo con ellos y devolverle el mismo calor que ella me da. Sin embargo, solo me limito a inhalar profundo apreciando todo su dulce y afrutado aroma. Ella refriega un poco su cara contra mi pecho y agradezco que tenga su cabeza escondida en mí para no ver la estúpida sonrisa que se dibuja en mi rostro ante su acción.

Justo cuando empiezo a levantar lentamente mis brazos decidido a envolverla más contra mí levanta su cabeza para clavar sus tiernos ojos color avellana en los míos.

—¿Nos vamos a quedar en el pasillo por mucho más tiempo? —pregunta con suavidad y sin contestarle la tomo de la mano y la llevo dentro del departamento.

Cierro con un portazo más fuerte del que pretendo e Isla da un pequeño respingo soltando mi mano en el acto. Le pido disculpas con la mirada y arrastrando los pies con pesadez me acerco a uno de los sillones de la sala de estar para dejar caer mi cuerpo ahí mismo.

La amargura que me invade desde que todas las noticias sobre mi pasado salieron a la luz no me abandona. La percibo latente en mi cerebro, repiqueteando, queriendo volverme loco.

Sabrina, mi asistente, ya tiene la orden de averiguar quién mierda filtró toda esa información. Cómo la consiguieron y por qué decidieron esparcirla justo ahora. Además, ya me puse en contacto con mi abogado para que tome medidas legales y se dejen de difundir estas estupideces.

Siento un nudo en la garganta y una patada en el pecho cada vez que las palabras que dijeron vuelven a mi cabeza. Me fui de Francia para dejar todas estas cosas atrás, lejos de mí. Que parezca fuerte no significa que nada me duela. Y esto duele como un infierno. Ejerzo presión a los lados de mi cabeza para alivianar un poco la molestia presente desde hace horas. Mientras inhalo y exhalo profundamente cierro los ojos con fuerza para empujar de nuevo para adentro las lágrimas que amenazan con salir.

Al cabo de un rato Isla rompe el silencio haciéndome notar que casi olvido que se encontraba en mi casa.

—Todos están preocupados en el restaurante—inicia—. Quisieron ponerse en contacto, pero no les atendías el teléfono ni contestabas los mensajes. Sobre todo, Ron, él cree que...

—Ese aparato del demonio no dejaba de sonar y lo apagué para que nadie moleste. Me parece una clara señal de que quiero estar solo.

—Me puedo ir si eso lo que...

Crème Brûlée-Un sueño entre sabores | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora