El día se siente ideal. Las estrellas no suelen lucirse mucho en esta ciudad por los altos edificios y la gran cantidad de luces, pero hoy siento que va a ser la excepción.
El plan de comer en el auto fue cancelado cuando no encontramos ningún lugar agradable y libre donde estacionar. Sin embargo, sí compramos las hamburguesas y ahora nos encontramos caminando con nuestro pedido por el Central Park buscando un lugar para comer. Si fuera por mí estaríamos en el primer banco posible, mi estómago ruega por comida y se hace oír. Pero al parecer Henri no es solo quisquilloso en la cocina y estamos caminando hace diez minutos buscando lo que según él es "el lugar indicado".
—Se va a enfriar la comida, se nota que nunca comiste una de estas fría, es como masticar suela de zapato—protesto para que el chef se apiade de mí.
—¡Ahí! —chilla emocionado señalando un banco sin gente alrededor y un hermoso árbol poblado de flores blancas detrás.
Sonrío al ver como acelera su paso para que ninguna de las personas que pasan caminando le quite el lugar. Y también agradezco que haya tenido mantas en la parte de atrás de su auto porque no falta mucho para que sea de noche y el frío se siente cada vez más.
Nos acomodamos en el banco y coloca una de las mantas de estampado escocés sobre mis hombros, levanto la mirada y le agradezco en silencio para luego apresurarme a abrir la bolsa y devorar un pedazo de hamburguesa que por suerte sigue caliente.
Mastico despreocupada y apurada mirando al frente y se me escapa un sonido de satisfacción, pero pronto siento que me están observando entonces me giro.
—¿Qué? Tenía hambre—le digo a Henri sin dejar de comer. El continúa con la hamburguesa sin desenvolver entre sus manos.
—Me gusta verte cocinar, pero no me imaginé que pasaría lo mismo con verte comer— responde con la sonrisa de lado que tanto disfruto ver.
Mis labios se curvan hacia arriba con su comentario y vuelvo a meter la mano en mi bolsa tomando un puñado de papas fritas. Saladas, aceitosas y deliciosas, justo como la comida chatarra debe ser.
Henri comienza a desenvolver la hamburguesa con algo de duda y yo solo siento ganas de reír con su desconcierto, aunque ésta fue su idea y ahora tiene que aguantarse. Su expresión frustrada es demasiado hilarante. Finalmente termina de abrirla, la acerca a su boca y prueba un pequeño pedazo con los ojos cerrados. Luego de masticar unos segundos los vuelve a abrir grande de golpe y sus cejas se elevan en sorpresa. De forma inmediata se gira hacia mí y no dice nada, traga y se queda con la boca abierta sin poder creerlo. Los ojos le brillan y los dos sonreímos al mismo tiempo.
—Así de buena, ¿verdad? —consulto divertida.
—No lo puedo creer, ¿cómo puede ser tan rica esta porquería? Hace años no comía una.
Empieza a comer a la misma velocidad que yo y me contengo de señalarle la pequeña mancha de kétchup que tiene en su barba. Sé que se va a sentir mal si le digo, y por otro lado lo hace lucir adorable y humano. La mayoría de las veces se ve y actúa tan perfecto que dudo si lo cambiaron por un robot cuando nació o algo así.
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Crème Brûlée-Un sueño entre sabores | ✓
ChickLitDesde pequeña Isla tuvo una sola pasión, cocinar. Al terminar sus estudios y convertirse en chef decide irse de Argentina para probar suerte en Nueva York con un objetivo en mente, ser una de las cocineras más reconocidas a nivel mundial. Y está dis...