Capítulo 9

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—Isla, Isla es hora de levantarse, vamos

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—Isla, Isla es hora de levantarse, vamos.

Escucho a Rebecca que pronuncia mi nombre con suavidad y mueve mi cuerpo despacio intentando despertarme, no sabe que estoy despierta hace rato, que incluso casi ni dormí.

Estaba segura que iban a despedirme después de la bofetada que le di a Henri, sin embargo, nadie me notificó nada por lo que seguí yendo intentando no llamar la atención, solo asistía, cocinaba y me iba. Una semana pasó así, sin Ron ni Henri dirigiéndome una sola palabra.

Y hoy es finalmente el día de la fiesta, sé que mi amiga está en mi casa para arrastrarme y obligarme a ir así que voy a seguir acá en la cama con la cabeza bajo la almohada todo el tiempo que sea necesario hasta que se aburra y se vaya.

—Isla, tenemos que prepararnos para la fiesta— persiste Becca moviéndome cada vez más fuerte por el hombro.

No puedo creer que me insista con ir, a ella ya le conté todo lo que ocurrió, sabe que Henri me dejó fuera del evento humillándome de una manera horrible. Recordar ese momento me provoca un dolor en el pecho inexplicable y ejerzo más presión con la almohada sobre mi rostro.

No es solo su acusación lo que me sigue molestando sino también ver rota la ilusión que tenía por participar, lo que hubiera significado para mi carrera conocer a gente tan importante en este ambiente. Y, por otro lado, saber que Henri cree que estuve con Ron me genera una incomodidad para la cual no encuentro motivos lógicos, debería importarme poco o nada.

—¡Vamos! Sé que estás despierta, levanta ese hermoso culo de la cama y métete en la ducha ahora mismo, el penthouse de Henri nos espera.

—¡Ni siquiera digas su nombre! —grito levantándome de golpe—. Está prohibido hablar de ese estúpido en este departamento.

—Sabía que te iba a molestar, lo hice a propósito— sonríe triunfante—. Lo peor que podemos hacer es llegar tarde, date un baño mientras yo te elijo un atuendo.

Se pone de pie y comienza a hurgar entre las prendas que cuelgan en mi pequeño pero colmado vestidor.

—¿Estás loca verdad? No voy a ir, ni siquiera debo tener permitida la entrada, él mismo me dejó fuera.

—Dios mío, deja de apretar tanto la mandíbula que se te van a caer los dientes— dice Becca acercándose a mí—. Lo entiendo, estás enojada, yo también lo estoy, su actitud estuvo mal. Pero, Isla, nadie ocupó el puesto.

—¿Qué?

—Nadie ocupó tu puesto, Henri te sacó de la fiesta, pero no eligió a nadie para reemplazarte. Y todos los años son diez chefs, sin falta— hace silencio como esperando que yo diga algo, aunque no tengo idea qué contestar—. ¿No entiendes hacia dónde estoy yendo con esto?

—Ni un poco.

—¡Es obvio que está esperando que vayas igual a la fiesta!

—Ok, es oficial, te volviste loca— suelto rodando los ojos y me vuelvo a tirar en la cama tapándome por completo.

Crème Brûlée-Un sueño entre sabores | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora