La música suena despacio, no reconozco que canción es, pero sí distingo las notas navideñas en ella. El viento colándose por el poco espacio de ventanilla abierto me revitaliza y brinda paz al mismo tiempo. No me importa despeinarme. Giro mi rostro cambiando mi mirada de las frías calles neoyorquinas a Henri. Tiene los labios apretados como siempre que le presta demasiada atención a algo, en este caso al camino que está bastante resbaladizo ya que estuvo lloviendo. Me pregunto si se dará cuenta como su cabeza acompaña con suaves movimientos a las campanitas navideñas que salen de la radio.
—¿A dónde estamos yendo? —rompo el placentero silencio volviendo a ver hacia adelante.
—Ya me preguntaste eso cuatro veces, ¿no te gustan las sorpresas?
—Sí, solo me siento algo nerviosa.
—¿Nerviosa por qué? —pregunta frunciendo el ceño preocupado.
—¿Esto es una cita?
Me cuesta finalmente soltar en voz alta la pregunta que viene dando vueltas en mi cabeza desde que se le ocurrió pasar Navidad juntos. Mi cerebro se repite que Henri no hace estas cosas, pero todo mi cuerpo siente que no hay otra palabra para esta salida más que esa, "cita". Y Rebecca estuvo de acuerdo conmigo cuando se lo consulté.
—Esto es una salida de Navidad entre dos personas—sentencia firme afianzando su agarre sobre el volante. Pasea sus ojos entre el camino y mi rostro, que sé que se ve un poco decepcionado, mas no puedo disimular mis emociones. Al cabo de un rato lo escucho soltar un pesado suspiro—. Estamos yendo a The Rink. Vamos a patinar sobre hielo frente al Rockefeller Center.
Por un momento decido olvidar la decepción y percibo como todo mi interior se sacude entusiasmado por el plan de Henri. A pesar de estar en esta ciudad hace casi cinco años nunca fui al Rockefeller Center en Navidad más que para ver como encienden el enorme árbol que se ubica justo detrás de la pista de patinaje. Me parece una idea maravillosa, aunque no puedo olvidar un pequeño detalle.
—¿No te gustó la idea? Te quedaste callada—insiste el chef ante mi silencio. Se remueve en su asiento con nerviosismo.
—Me encanta, es solo que no sé patinar sobre hielo. Voy a tropezar a cada rato y seguro te aburras—confieso algo avergonzada.
Me siento como una niña pequeña con mi declaración. Y eso que aún no le he contado que tampoco sé andar en bicicleta.
—No te preocupes. Eso solo significa que tendré que estar ahí para agarrarte.
Noto su dulce sonrisa haciendo eco en mi pecho. Dice cosas así sin ningún tipo de reparo o consideración de lo que genera en mi interior. Es injusto.
—Tampoco tengo patines—remarco luego de un momento de silencio.
—Ahí te los alquilan. Tranquila, Isla, tengo todo bajo control.
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Crème Brûlée-Un sueño entre sabores | ✓
ChickLitDesde pequeña Isla tuvo una sola pasión, cocinar. Al terminar sus estudios y convertirse en chef decide irse de Argentina para probar suerte en Nueva York con un objetivo en mente, ser una de las cocineras más reconocidas a nivel mundial. Y está dis...