Abrir los ojos bajo las sábanas de Henri con nuestras piernas entrelazadas es algo que jamás hubiera imaginado que pasaría.
¿Yo? Yo amanezco despeinada y con los ojos hinchados.
¿Él? Él se despierta igual que siempre, fresco y perfecto.
La vida a veces es muy injusta. Aunque agradezco ver que no queda nada de las preocupaciones de ayer en su mirada. O al menos eso parece a simple vista.
—Buenos días—exclama con la voz aún ronca.
—Buenos días, chef.
Henri ríe al escucharme llamarlo así fuera del restaurante, desnuda en su cama para decir más.
—Te ves linda recién despierta.
Es oficial, se ha vuelto loco.
—Me imagino. Si los trolls te parecen lindos entonces sí.
En vez de contestar se gira para plantar un beso en mi frente. Luego en mis mejillas, en mi mentón y por último sobre mis labios. No puedo evitar sonreír bajo su boca.
—¿Qué te gustaría hacer? —pregunta soñoliento.
Me gustaría hacer muchas cosas. Mi estómago queriendo hacer ruido me pide comer. Mi mano percibiendo la dureza matutina de Henri me produce otro tipo de apetito. Sin embargo, me decido por algo diferente.
—Darme un baño sería agradable.
El baño de la habitación de Henri dobla el tamaño del mío. La luz es tenue y agradable, los muebles son modernos y sofisticados. Se nota que ha renovado la casa por completo, ya que el edificio en sí tiene bastantes años de antigüedad.
Observo en silencio al chef llenando la bañera con agua caliente. Lo veo poner unas sales dentro y enciende algunas velas. Yo solo quería darme una simple ducha, pero no me puedo quejar. Tampoco quiero decir nada lindo de lo agradable que percibo la situación ya que me preocupa que se inhiba. Solo lo miro. ¿Quién es y qué hizo con mi jefe?
—Todo listo— sentencia cuando la bañera ya está llena de agua y burbujas.
Me quito la toalla blanca que envuelve mi cuerpo y la coloco enrollada en mi cabello. Noto la mirada de Henri paseando por mi fisonomía y cómo relame sus labios sin darse cuenta. No debería sonrojarme con algo tan sutil, pero lo consigue y sonriendo de lado me acerco a la bañera. Pruebo el agua con la mano y está en la temperatura ideal así que sin esperar más ingreso y me sumerjo entre la espuma cerrando los ojos por placer.
—Ahí, no te muevas. Quédate justo en esa pose—la voz de Henri me obliga a abrir los ojos nuevamente y lo veo con su celular levantado hacia mí.
Las burbujas y el agua tapan todo mi cuerpo por lo que no me molesta. Sonrío para el lente de la cámara de su teléfono e incluso cuando termina de sacar la foto sigo sonriendo. Lo estoy haciendo desde que despertamos, en cualquier momento se me va a entumecer el rostro. La comodidad que siento me resulta extraña, pero pienso disfrutarla.
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Crème Brûlée-Un sueño entre sabores | ✓
Genç Kız EdebiyatıDesde pequeña Isla tuvo una sola pasión, cocinar. Al terminar sus estudios y convertirse en chef decide irse de Argentina para probar suerte en Nueva York con un objetivo en mente, ser una de las cocineras más reconocidas a nivel mundial. Y está dis...