CAPÍTULO XXII

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Hola a todos. Aquí les dejo uno de los caps que en serio me costó escribir por ciertas cosas, espero les guste y en serio necesito saber que les pareció

NARRADORA.

Como no recordar uno de los pocos dias en que el invierno habia llegado al Olimpo. Un suceso tan extraño y a la vez tan alegre que era digno de celebrar, es por eso que las risas y alegría brotaban por cada rincón del reino de Zeus.

Curiosamente y como contrastando con las risas de aquella noche. En un templo enorme y blanquecino se oía el llanto incesante de un bebé que retumbaba en el lugar, a su lado y como si no le importara haber sido arrojado al mundo habia otro bebé que a penas y se quejaba.

-¡Calla a ese maldito niño de una vez!.

Esa poderosa y rugiente voz era intimidante, penetraba hasta lo mas hondo causando un pánico indescriptible, esa voz que ordenaba y que de paso prometía un cruel castigo a quien desobedeciera, esa voz es la que se quedaría grabada a fuego en la memoria de aquel bebé.

Las ninfas acudieron para tratar de calmarlo y despues de dos interminables horas el ser de voz imponente se canso, su paciencia se habia agotado y con ello la poca felicidad del bebé que solo duro tres horas desde que habia venido al mundo.

-Traelo- Gruño encaminándose por el pasillo dejando a su esposa sobre la cama, durmiendo de manera profunda ante el agotamiento.

La ninfa asustada tanto por ella como por la criatura en sus brazos no tardo en seguir a su amo quien con cada paso hacia temblar un poco la estancia. Aquel ser de voz aterradora no dudo en el momento de abrir la puerta principal dejando entrar un frío horrible, los copos de nieve entrando al recibidor en gran cantidad gracias a la tormenta.

-Dejalo alli- Ordeno sin ningún miramiento.

La ninfa lo vio incrédula al seguir con la mirada el dedo de su amo que señalaba un árbol cuyo tronco ya casi se cubría por completo de nieve. No tuvo tiempo de si quiera pensar pues de un solo manotazo fue arrojada al exterior, la suave nieve amortiguando el golpe mientras evitaba con su cuerpo que el bebé en sus brazos se lastimara.

-He dicho que lo dejes allí.

La ninfa no tardo en cumplir la orden con cierto sentimiento de lastima y otro de culpa albergando su corazón. Dejo al bebé que aun lloraba junto al árbol y como si fuese a servir de algo cubrió un poco su cabeza con la delgada manta para protegerlo del frío.

Corrió nuevamente al templo y evito excharse a llorar frente a su amo quien observaba con rabia el pequeño bulto que se movía junto al árbol y que a pesar del sonido del viendo aun podia hacerse escuchar su desesperante llanto.

-Asi te volverás fuerte...Hypnos- Gruño cerrando la puerta y condenando al pequeño al frío extremo para luego ir a ver a su hijo.

Porque era asi, solo Thanatos era merecedor del escaso cariño de su padre, habia nacido fuerte y calmado, rodeado de una extraña tranquilidad que a su padre le encanto desde que vio su pálido rostro mostrarse serio. Su hijo de piel blanquecina y ojos celestes, de algo que para él solo podia ser la grandeza de los dioses, esa aura solo podia ser de un dios destinado a la grandeza.

-Seras mi heredero, mi imponente y orgulloso hijo- Hablo sonriendo al bebé que dormía en su cuna, abrigado adecuadamente para que el frío no le molestara.

Por otro lado, el otro. Porque asi es como se dirigía a su primogénito. Habia nacido delgado y de aspecto débil, llorando con tal fuerza que estuvo a punto de tomar la cabeza del bebé entre el índice y el pulgar para luego estrujarla hasta que no fuera mas que una masa irreconocible de color dorado... Ese era otro problema, el color, aquel débil bebé era su viva imagen y eso le daba asco, no querían que lo relacionaran con aquel desperdicio de genes, para él su único hijo era aquel de ojos celestes, no el de ojos dorados y adormilados.

LOS HIJOS DEL INFRAMUNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora