Un viaje por tus placeres I

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chico x chica

Estábamos en la parte de atrás del bus, rodeados de desconocidos que nos podían ver en cualquier momento. Recuerdo que fuiste atrás mío para ver como subía las escaleras, y me susurraste una vez adentro que fuese al fondo. Me sonrojé pero obedecí, y escogí los lugares libres más alejados del conductor.
Te sentaste a mi lado y me besaste la mejilla.
-Buena chica.
Sonreí y te pasé un casco para escuchar música.

Alrededor nuestro, el ajetreo de un grupo de adolescentes más adelante acallaba el latido acelerado de mi corazón. Hacía ya meses que estábamos juntos y en ese tiempo habíamos forjado una red de confianza inquebrantable, y de comunicación, así que ya sabía que querías hacer, sobraban las palabras.

Tras unos minutos de viaje (marchábamos a París así que teníamos muchas horas por delante) me acurruqué en tu hombro, me crucé de piernas y coloqué mi mano en tu pierna.
-¿Qué pasa amor?
-Nada. - Te guiñé un ojo y mi voz se volvió más sensual. Reíste, te colocaste mejor y cambiaste la playlist.
-¿Estás cachonda?
-Como una perra. - Te cogí de la nuca para acercarte a mí y te devoré los labios. Sentía tu lengua follarme la boca, tus dientes morderme. Se me pusieron los pezones de punta y miles de imágenes hacían que me mojase.
-Para o follaremos.
-¿Y qué?

Te separaste un poco y miraste alrededor.
-Ponte mirando a la ventana, apoyada en mi hombro y abre las piernas para mí. - Sonreí y obedecí, gimiendo al desdoblar las piernas. Me cogiste del cuello y me lamiste los labios, tentándome a besarte pero alejándote. Te pusiste de forma que nadie más nos podía ver. El murmullo seguía, acompañado por el ronroneo del motor y su balanceo.
Deslizaste las manos por mis hombros, hasta mis tetas. No llevaba sujetador y mis pezones dolían de lo duros que estaban. Los apretaste por encima de la tela, y me tuve que morder los labios para no gemir. Con una sonrisa traviesa, me apoyé en tu entrepierna y tú entrecerraste los ojos, suspiraste y soltaste un "que zorra".
Demasiado sexy.

Tus manos, que habían quedado quietas a la altura de mi cintura, siguieron bajando a medida que trazaba círculos con mi codo. Se colaron por la goma de mi pantalón de chándal, y descubriste lo que había debajo: un diminuto tanga de encaje con perlas, que se clavaban deliciosamente en todas partes. Suspiraste. De fondo, unas canciones de lo más sensuales nos acompañaban. 
-¿Porqué llevas eso puesto?
-¿Y porqué no? - Sonreí de lado, sabiendo lo mucho que te ponía mi desacato.
Seguiste bajando, esta vez por dentro de mi ropa interior, y tocaste mi húmeda entrada.
-Te haces mucho la dura cuando lo único que quieres es que te folle, tu cuerpo me lo está suplicando.

Metiste un dedo dentro de mí, y curvando los dedos encontraste de inmediato mi punto g, haciendo que me mordiese los labios para no gemir.
-Cabrón.
Seguiste acariciando insaciablemente, vigilando de vez en cuando que nadie nos viese y con tu mano libre tapándome la boca. Llegó un punto donde realmente sufrí porque no podía callarme, estaba demasiado cerca del límite. Y paraste.
-¿Qué te crees que haces?
-Chupa.

Con sigilo, me di la vuelta, siseando de dolor al sentir como esas bolas blancas se clavaban en mi culo. Más rápido de lo que me creía capaz, te desabroché los pantalones y te saqué la polla, increíblemente dura y deseosa de mí. Casi no te di tiempo de poner la mochila para taparnos, pero no me importaba: te necesitaba. Empecé lamiendo suave el glande, haciendo presión en ese punto que te volvía loco, y cuando sentía como tus piernas se contraían de placer empezaba a subir y bajar mi boca por todo tu tronco. Suspirabas, intentabas no gemir y cada vez me llenabas más la boca.
Pronto, perdimos el control. Me cogiste el pelo, fuerte, y comenzaste a mover mi cabeza hasta que apenas me dejabas respirar. 
-Dios nena, me corro.
Y lo hiciste, mordiéndote la mano para no gemir y temblando debajo de mí, llenándome la boca de tu deliciosa esencia. Sabiendo que te volvía loco, me levanté y me puse a la altura de tu oído, aún con la boca llena. Estabas jadeando intentando recuperarte, así que no te lo esperaste. Tragué. Todo y de golpe. 

-Joder, la mamas de vicio amor.
Me tiraste contra la ventana, dando un golpe. Nadie se había dado cuenta. Esta vez, si me tocaste hasta el orgasmo, estimulando mi punto g sin cesar hasta que me corrí con un squirt, mojando mis pantalones.
-¿Y ahora qué?
-Estamos a unas horas de la primera parada, y pienso follarte contra un árbol si hace falta.


¡Hola a todxs!
¿Qué os ha parecido?
Sé que publico muy de vez en cuando, soy algo así como el tío que solo te quiere para hechar un polvo. Estoy intentando cambiarlo lo juro.

Ahora que estoy algo más relajada con los estudios, volvemos a abrir tanda de pedidos (anónimos si lo preferís) por aquí o en mi instagram: ladymblak.

¡Nos vemos muy pronto!
Y recordad; el sexo es un arte y vamos a disfrutarlo ✨👑🕷️


Dulces PecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora