Antojo *AyS* ¡BDSM!

2.8K 17 2
                                    

chico x chica
ALERTA CONTENIDO BDSM, POR TANTO VIOLENTO Y DEMASIADO EXCITANTE

Todos tenemos pequeños antojos de vez en cuando, una fijación por una comida que lejos de ese instante, no suele gustar, pero que cuando aparece el impulso la boca nos saliva y el corazón late desenfrenado. Ansioso.
No sé cuál sea el vuestro, pero el mío es algo particular: fresas con chocolate. De su piel.

Ese mismo fin de semana, habiendo ya formalizado la relación (no solo sexual sino también sentimental), le propuse una cita en casa: comida, película y ya sabemos como acaba siempre. Claro, aceptó de inmediato. Nos pasamos el día ligando entre nosotros, como siempre, y fuimos a comprar todo tipo de antojos: golosinas, chocolates, palomitas... y mis fresas.
-¿Para que quieres eso amor?
Con una sonrisa le guiñe el ojo y seguí avanzando. Yo ya me estaba calentando y él empezaba a estar más amo de lo normal. Lo cierto es que me encantaba, y me sigue encantando.
Al salir del supermercado, una sonrisa de lado se dibujó en su rostro, y me ordenó:
-Al baño, ahora. -Lo localicé de lejos (estábamos en un centro comercial) y fui a paso rápido. Él me seguía, y entró justo después de mí.
-Se te ha puesto cara de perra amor, ¿ya estás caliente?
-Puede ser. - Me apoyé en el lavamanos y se abalanzó sobre mis labios, apretando mi cintura con más fuerza de la necesaria. Gemí ante el dolor y le agarré del pelo, acercándolo a mí. Sabía que en cualquier momento llamarían a la puerta, pero le necesitaba.
Él no estaba de acuerdo, y se separó de mí.
-Vámonos ya a casa, mi vida.
Con cara de resentimiento, me peiné y salí tras él. Me pasé así todo el camino, aunque sentir las caricias de su mano en la mía le calmaba.

Nada más llegar a casa, guardamos la compra y nos pusimos en el despacho a jugar, como siempre, hasta que se hiciese más tarde. Él jugaba a videojuegos, yo escribía, y nos besábamos y acariciábamos con ternura entre tanto. Pasada una hora, me cansé de escribir y recordé una de mis compensaciones por ser una buena niña que aún no había gastado.
-Amo, quiero chupártela.
-Usaras tu ventaja, lo sabes ¿no? - Asentí. Con una sonrisa se separó del escritorio y se quitó la ropa. Me puse entre sus piernas y él siguió jugando. Dios, estaba tan duro. Lamí, succioné, me deleité con sus suspiros y gemidos, hasta que perdió el control.
-Arriba.
Nos levantamos y me cogió del cuello. Me devoró los labios, y se deshizo de toda mi ropa. Como siempre, se separó un poco para mirarme de arriba abajo; mi pelo alborotado; mis mejillas y labios rojos deseando volver a mamar; mis pezones eréctos; fluidos resbalando por mis muslos. Una mano se fue a su polla y se tocó sin siquiera darse cuenta. Con un gesto me hizo acercarme, y me acarició el coño haciéndome gemir. Sin pensárselo me folló con dos dedos hasta que le empapé a él, y al suelo.
-Ves a la cama, ahora voy yo.
Obedecí. Le esperé tumbada en la cama, con toda la mesa llena de cosas de la noche anterior: navaja, cuerdas, mecheros...

No tardó mucho en venir, con fresas y chocolate desecho. Se quedó frente mío y empezó a mancharse todo el pecho, haciendo un camino hasta su polla.
-¿No tenías antojo? - Cogió una fresa y me la acercó. Mordí, y lamí el jugo que resbalaba por su mano. Su respiración se entrecortó.
-Recógete el pelo. - Obedecí. - Sin manos.
Pasé mi lengua por sus labios, saboreando ese delicioso chocolate, y bajé hasta el cuello, donde mezclé lamidas, succiones y húmedos besos. Su piel se erizó. Seguí el recorrido por sus clavículas, su pecho, su abdomen. Tenía los labios manchados, la respiración acelerada y estaba justo en frente de su polla, esperando a que me diese permiso. 
-Mírame sumisa. - Levanté la cabeza y me dio una bofetada. Como dictaban las normas, me quedé pensando si realmente me había gustado y, sintiendo la humedad creciente de mi vagina, me lancé a sus labios. Gimió en mi boca, y al separarnos susurró un delicioso "que zorra". Sonreí de lado. 

Me deslicé por la cama hasta llegar a los cojines, y me acomodé. Entonces, le hice esa pregunta que nos ayudaba a mantener nuestros roles en el sexo y en la relación de forma sana.
-¿Porcentajes?
-100 cachondo, y 100 amo. ¿Tú?
Y ahí, queridos amos que estéis leyendo esto, viene el secreto: no todas las sumisas estamos dispuestas a obedecer por las buenas siempre, y esa es la gracia.
-100 cachonda, 60 sumisa.
-La noche será divertida entonces. -Me agarró del cuello con fuerza apretándome contra el colchón.

Y empezó la mejor parte de la noche, ¿queréis conocerla?


¡Hola chicxs! 
¿Qué os ha parecido? ¿Os gusta esta pareja tanto como a mí?

Sé que llevo tiempo desaparecida, y que hago apariciones así espontáneas, pero chica la inspiración llega cuando le da la gana, y como hoy estoy muy muy inspirada dejaré el siguiente capítulo (la segunda parte de este, cuarta o quinta ya de la pareja) escrito para que lo tengáis sí o sí miércoles que viene. ¿Qué os parece?

Bueno os dejo disfrutando de los demás relatos, y de mi libro si queréis que esta disponible en Amazon, o mandándome un mensaje y pidiéndomelo en pdf a menos precio y con anotaciones ;)

Y recordad, el sexo es un arte y vamos a disfrutarlo ✨👑🦋

Dulces PecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora