Capítulo VIII: Confusión

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Narra Elizabeth

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Narra Elizabeth

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No sé en donde me encuentro ni quien era el chico que ha escapado por la ventana hace un momento, la confusión crece en mi interior y permanezco quieta ante el sonido de la puerta. Esta se abrió lentamente haciendo sonar un leve chirrido, cuando estuvo completamente abierta pude observar a una joven chica de piel morena, alta y de ojos cafés. Lleva un hermoso vestido blanco que llega hasta el piso y que se ajusta a su voluptuosa figura. Su cabello castaño oscuro está trenzado y decorado con flores blancas.

Trato de recordar en donde me encuentro, pero mi mente está en blanco, solo sé que he despertado en una tribu de seres extraños que poseen la piel más blanca que jamás haya visto.

Las dos nos quedamos observándonos sin saber cómo reaccionar, trato de romper el silencio pero un nudo se ha formado en mi garganta y empiezo a preguntarme acerca de dónde están mis padres, pero nada viene a mi cabeza y eso comienza a frustrarme.

—Veo que has despertado, es un alivio que te encuentres bien ¿Cómo te sientes? —dio varios pasos hacia mí y se detuvo a tan solo un metro de distancia mientras comenzaba a analizarme.

—¿Quién eres? Yo... no sé qué ha pasado y me siento extraña con mi cuerpo, conmigo misma —respondí insegura y observé mis brazos, siento que he cambiado —. Además, no tengo ni la más mínima idea de cómo llegué aquí, ni de dónde están mis padres.

—Mi nombre es Scarlett y es normal que te sientas así tras haber ingerido la poción. Ahora estás más sana y tu cuerpo funciona perfectamente, tal vez por eso te sientes extraña. Respecto a tus padres... —se quedó un momento en silencio y prosiguió —. Realmente no sé dónde están ni qué ha pasado con ellos, se supone que eres la única que lo sabe.

—¿De qué hablas? —fruncí el ceño y me toqué la sien adolorida.

El frío me invadió y comencé a temblar.

—Aleksei, quiero decir, un chico de esta tribu te encontró al borde de la muerte. Estuviste a punto de morir ahogada en un lago. Según él, te vio correr por el bosque mientras tratabas de huir de los guardias del rey Leonard Laurent. Pero de tus padres no sabemos nada, esperábamos que tú nos dijeras qué pasó con Diana y con su esposo.

—¿Conoces a mi familia? ¿Cómo? —la interrogué.

—No me corresponde decírtelo, por eso debemos ir con la líder. Te prometo que todo estará bien y tus dudas serán aclaradas. Quizás su magia te ayude a recordar —me dijo y extendió su mano.

—¿Ma-magia? —tartamudeé. Al mismo tiempo un fuerte dolor de cabeza me hizo estremecer, me quejo del dolor y una imagen no tan clara apareció en mi mente. Fue un recuerdo... Mi hogar se incendiaba y mi madre...

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