Capítulo XVI: Huida inesperada

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Narra Elek

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Narra Elek

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Pasaron tres días, la tribu continuó con calma y con sus actividades habituales. Pero hubo algo extraño en Elizabeth, parecía más distante. Noté en la noche de ayer que ella estaba despierta llorando en plena oscuridad, además, ya no habla tanto como antes ni tiene interés por la magia de los Concédants, ahora permanece callada aunque solo la he visto hablar con ese Arthur, quien es el hombre lobo que se acomodó en este y lugar y que por mala suerte planea quedarse a vivir con su hermanita. Estoy tratando de ser comprensivo, pero su actitud arrogante me lo hace casi imposible, y ni hablar de su odio hacia los humanos, él es el responsable de que Elizabeth se vea decaída, desde el día en el que los escuché hablando en el bosque, ella cambió por completo, y ahora se ve triste...

Ahora que lo recuerdo ¿Dónde estará? No lo he visto desde la mañana y ya es tarde, solo es cuestión de horas para que la oscuridad de la noche se haga presente.

—Te noto muy pensativo ¿Ocurre algo? —la voz de Lumiére hizo que mis pensamientos se esfumen, nuestras miradas se encontraron y ella se percató al instante de la expresión que llevo en mi rostro. Frunció el ceño y se cruzó de brazos —. Te conozco, muchacho. Estuve contigo desde que eras pequeño y sé perfectamente que algo sucede, y si es algo preocupante, dime.

—Líder consejera, verás, siento que algo no anda bien con Elizabeth, últimamente ha...

—¡Escuchen todos! ¡Es urgente! —la voz de un hombre se alzó sobre la de nosotros, y llamó nuestra atención. Fui interrumpido por la inesperada aparición de un muchacho, que es perteneciente a nuestra tribu y es el que se encarga de asegurar el alrededor del lugar. Él puede atravesar la barrera que nos protege y asegurarse de que no haya cazadores humanos cerca, si los hay entonces nos alertará.

Su reacción no significa nada bueno y deduzco que lo más probable es que los humanos estén cerca con sus ballestas en manos. Trato de mantenerme tranquilo y opto por escuchar lo que tiene que decir.

—¿Qué pasa, Bastely? —le pregunta la líder a mi lado con un tono tranquilo para evitar asustar al resto.

—El... el sacerdote del pueblo ha sido asesinado —soltó él con la voz agitada.

Algunos exclamaron y otros simplemente se dieron la vuelta restándole importancia al asunto. No nos afecta si ese sacerdote murió o no, es un hombre perverso que recibe el respeto que no se merece, pero si murió, entonces el pueblo se ha vuelto un caos y eso no nos conviene.

—¿Y qué pasa con eso, Bastely? ¿Es algo de qué preocuparnos? Cuéntanos más en detalle? —Lumiére le pide información y este accede a contarnos. En ese momento, vi como Elizabeth se acerca por el camino de piedra que lleva hacia mi cabaña, viste de un largo vestido azul oscuro y trae en su cabello flores marchitas que quizás no ha cambiado durante estos últimos días.

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