Capítulo XXVII: Venganza siniestra

30 26 11
                                    

Elizabeth

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Elizabeth

❈•≫────≪•◦ ❈ ◦•≫────≪•❈

Estar encerrada en este lugar es sofocante. No hay orificios que permitan la entrada de la luz solar, por lo que es difícil saber cuántos días han pasado. Debo permanecer aquí soportando el hedor apestoso que emanan los restos del hombre que fue devorado por Arthur, mismo que ahora, en su forma de lobo permanece acostado sobre los huesos de su víctima.

Mi estómago ruge por la falta de comida, y nadie en este mísero castillo se ha atrevido a acercarse para darme por lo menos, una gota de agua. Mis labios están resecos, demostrando lo deshidratada que estoy, y mi estomago ha permanecido mucho tiempo vacío, lo que provoca una sensación de dolor, y al mismo tiempo, es como si me estuviera carcomiendo por dentro.

Escucho pasos en el calabozo, es como si alguien estuviera bajando las escalas. Sin embargo, permanezco quieta y el lobo que se encuentra en la celda de enfrente solo se limita a abrir los ojos para observar que o quien ha entrado en el lugar.

—Muchacha, hace mucho tiempo que no te veo —la voz de una mujer llama mi atención. Alzo mi mirada y observo entre los barrotes a una anciana con el ceño fruncido y rostro arrugado. La reconozco al instante y sé que se trata de la jefa de cocina (La mujer que da órdenes a las sirvientas). Trae consigo una bandeja, y en esta se encuentra un pequeño plato de madera.

—¿Qué quieres? —le pregunto seriamente y la analizo. Ella mira al lobo y se ve temblorosa de tan solo compartir miradas con él.

Me parece extraño que esta mujer se haya atrevido a venir aquí, sabiendo que en este lugar se encuentran dos seres de los cuales todos creen que son "servidores de satán".

—Vi-vine a traerte un po-poco de comida —su voz se escucha temblorosa, y suele trabarse en algunas palabras. Frunzo mi ceño aún confundida —. Es que... te conozco desde hace mucho tiempo, y no quiero dejarte así.

—¿Quieres darle comida a una bruja? ¿Me crees estúpida? —me levanto y camino hacia los barrotes, ella se acerca dudosa y extiende la bandeja. Observo que hay un pequeño plato que contiene un líquido café y con trozos de algo que desconozco.

—No tengo malas intenciones... te lo juro —me dijo. Escuchar su voz me hace sentir irritada, no tengo ánimos para hablar con esta gentuza.

Quise ignorarla, pero a pesar de que la sopa que esta mujer me trajo no se veía apetitosa, yo anhela comer algo, estoy muy hambrienta. Decidí recibir el plato y tomé lentamente la cuchara. Este extraño platillo no huele muy bien, y me provoca náuseas.

Decidí acercar la cuchara a mi boca y luego de dudarlo por unos instantes la introduje. Mi lengua sintió un asqueroso sabor que me hizo escupir el contenido al instante y aquello provocó que la mujer estallara en carcajadas.

—¡¿De qué te ríes maldita?!

—¡Acabas de comer mierda, perra! —me gritó y su risa provocó eco en todo el lugar —. Cedric me ordenó derretir alguna de sus heces en agua, no creí que fueses a recibirme pero mírate ¡Eres muy ingenua!

Alma OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora