Capítulo XXVIII: El precio del pecado

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Elizabeth

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Elizabeth

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El fuego rodea el gran salón, y las risas han sido sustituidas por bramidos desesperados. La sangre se esparce en el suelo, y debido a los ataques de ese feroz lobo, la sangre también salpica las paredes y los retratos familiares de la familia Laurent.

Permanecí quieta mientras todo a mi alrededor es un caos. Muchos caen sin vida contra el suelo, otros incluso se atreven a romper la ventanas y saltar; aunque caer a esa altura no los mate, los dejará muy mal heridos.

La cabeza de la sirvienta que yo misma asesiné rueda por doquier, la gente está tan desesperada que ni se da cuenta de que patean la cabeza de la mujer de un lado para otro, y esta aún sigue con la boca abierta y los ojos totalmente cerrados.

Una sonrisa se forma en mi rostro, mis ojos se llenan de lágrimas... Lágrimas que solo reflejan mi triunfo, mi alegría y mi maldad.

Los recuerdos invaden mi mente en ese caótico momento, recuerdo con lastima a mis padres, a aquellos que tanto amé y en ese preciso momento, sentí que estoy haciendo lo correcto para vengar sus muertes.

—¡Maldita! ¡Bruja de satán! ¡Deja de hacer esto! —gritó un hombre corriendo en mi dirección. Trae consigo una espada, que supongo le ha robado a algún guardia, y se acerca con la intención de matarme. A él se unen más personas que agarran todo tipo de cubiertos como tenedores y cuchillos afilados, que son usados para cortar la carne, y todos emiten alaridos mientras se acercan a zancadas, incluso otros, corren para atacarme.

—Te dejaré salir, querido —le dije al ser oscuro y mis risas se alzaron entre los gritos de todos —. Haz lo que siempre has querido hacer, te lo mereces por dejarme provocar esta gran hazaña.

De por debajo de mi vestido, humo negro comenzó a esparcirse a escasos cenimetos, lo que obligó a todos a detenerse, incluso estando a solo pasos de alcanzarme. Todos parecen temblar de miedo mientras el humo se arremolina hacia arriba. Se escuchan gruñidos amenazantes que hacen eco en todo el lugar.

Cuando el humo se desvaneció, la presencia del ser oscuro quedó a la vista de los ojos de todos los humanos presentes.

—¡Es el diablo! ¡Corran! ¡AHHHH! —gritó una mujer, pero antes de que ésta escapara, el ser oscuro se interpuso en su camino imponiendo su poder.

El ser oscuro abrió su mandíbula más de lo normal y devoró el cuerpo de la mujer, lo que desató la furia de todos y muchos se llenaron de valor para enfrentarlo, pero lo único que conseguían era ser devorados o asesinados brutalmente con las garras largas y afiladas de ese ente.

El rey Leonard fue captado por mis ojos, mi sonrisa de satisfacción se borró y siento una sensación de fastidio al verlo con vida. Él se encontraba escondido junto a su esposa e hijo bajo una de las mesas, y ahora han aprovechado para salir y subir al segundo piso, con la intención de salvarse.

Alma OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora