Capítulo XIV: Aullidos de dolor

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Narra Elek

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Narra Elek

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Tomo a Elizabeth de la mano dispuesto a llevarla de vuelta a la tribu. Sé que me está ocultando lo ocurrido con ese ser oscuro, quizás está asustada o shockeada pero realmente necesito saber lo que ha pasado para poder ayudarla.

Hace un momento vi como la arrastraba una presencia invisible ante mis ojos, ya que los seres oscuros solo muestran su forma física a su víctima, en este caso, a Elizabeth, pero aunque haya presenciado aquel momento tan abrumador, no pude hacer nada para detenerlo, yo no tengo la capacidad de enfrentar lo que sea que la atormente.

Durante nuestro regreso permanecimos en silencio, pero al llegar nos topamos con varios miembros de la tribu rodeando a dos personas que nunca antes había visto. Se trata de un hombre de piel como el bronce, sus pectorales se marcan haciéndolo ver realmente musculoso, posee mucho vello en todo su cuerpo; nunca antes había visto a alguien tan peludo. Por otro lado, me centré en la pequeña a su lado, tiene sus mismo rasgos; piel algo oscura, cabello negro y al igual que el hombre tiene mucho vello corporal, además, conserva unas largas uñas que quizas son igual de filososas que un cuchicllo.

—¿Quienes son? —la mirada de Elizabeth se centra en ellos, noto como frunce el ceño tratando de descifrar lo que sucede —. ¿Y por qué están desnudos?

Ver a alguien desnudo es completamente normal para mí y el resto de Concédants, ya que es algo que es parte de la naturaleza de los humanos y nosotros, ya que también tenemos esas zonas privadas. Pero por otro lado, Elizabeth gira la cabeza para evitar ver el miembro del hombre.

Me reí ante la reacción incómoda de ella.

—Cúbranse con esto —les dice mi hermano extendiéndoles una manta a cada uno. Ambos se cubren con incomodidad y miran todo su alrededor inquietos.

Nos acercamos más hacia ellos y la mirada de Elizabeth se encuentra con la de la pequeña, quien con sus hermosos ojos la analiza con dulzura y sonríe sutilmente.

—¿Quiénes son ustedes? —mi padre aparece acompañado de otros miembros de la tribu, trae su bastón como es habitual y puedo ver como su apariencia luce más fresca, ya no parece tan enfermo como antes.

—Creo que son mitad humanos y mitad lobos, lo deduzco por la apariencia de sus cuerpos —responde Bennet, quien está junto al resto.

—Si, soy un hombre lobo. Y ella es mi hermana. Tamiee saluda amablemente —respondió aquel hombre con una voz gruesa. Aparenta tener más de veinticinco años de vida.

La niña levanta su manito y la mueve en forma de saludo, pero mantiene la mirada agachada.

—Oímos hablar de ustedes, son los Concédants ¿verdad? Nos costó mucho encontrar esta tribu.

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