Capítulo 32

1.1K 126 41
                                    

Sin editar.

Olivia

Es obvio que compré uno maravilloso vestido. Claro para después de la cena.

Ahora mismo tengo unos pantalones elegantes y una blusa negra con brillos que resalta lo que no me avergüenza. Me queda perfecto con los accesorios de la subasta.

Derek esta afuera esperándome. Lo mande a salir de la habitación. Porque cuando intente cambiarme hace unas horas no salió del todo bien.

—¿Ya? — Pregunta al otro la de la puerta.

—No.

—¿Puedo entrar?

Estoy a punto de responderle pero me mareo. Dejo caer el espejo al suelo. Hay mucho vidrios.

Siento el portazo de la puerta abriéndose con fuerza.

—Mierda. — Derek se entierra uno en el pie y yo lo miro.

—Dios, lo siento. No sé qué pasó...

—No te preocupes por eso ahora, hermosa. Pero necesito un poco de ayuda para sacarme esto.

Recojo los vidrios grandes con la mano y los echo en la basura. En la isla de la cocina hay un botiquín.

Salgo a buscarlo y justo cuando lo necesito no lo veo.

Lo encuentro en una esquina.

Entro a la habitación y Derek esta sentado con la planta del pie izquierdo arriba. Creo que es el vidrio más grande.

—¡Oh por Dios!

—¿Que? — Se agita.

—Se te va a salir el corazón por ahí — Bromeo tratando de calmarlo.

Me desinfecto las manos y trato de sacar el vidrio con las uñas. El pulso se me va un momento y abro un poco más la herida.

Derek gruñe.

—Lo siento. — Niega con la cabeza:

—No importa — Y el que mueva su otra pierna de arriba abajo me desespera.

—¿Puedes calmarte? — Mascullo y alzo la vista para verlo. Pero el ya me esta mirando.

Vuelvo a concentrarme en el el vidrio en su pie, lo saco y que este sangrando más me da indicio de que le debe estar ardiendo.

Hay silencio. Es raro.

Si yo estuviera en su lugar estaría quejándome si siquiera mi miran.

Cuando desinfecto la herida le pongo dos venditas en forma de equis.

—Listo.

—Te ves hermosa. — Hacemos contacto visual.

—¿en serio? 

—Gracias — Se inclina para dejar un beso en mis labios. Pongo la mano en su pecho siguiéndolo.

—¿Sabes por que te paso eso? — Niega — Por andar descalzo.

Amor en OctubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora