2. De regreso

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Hacía algunas semanas que el verano había iniciado y aunque había logrado quedarme un tiempo más en el departamento, tenia que irme ya o mi mamá se volvería loca.

Tome un poco de aire y saqué las llaves de mi chamarra, las coloqué en la puerta y la abrí.

–¿Hola?– pregunté

–Cariño– me dijo mi madre que estaba leyendo una revista en la sala –Pensé que llegarías dentro de unas horas–.

–Termine de recoger mis papeles de la escuela antes–.

–Bueno me alegra que estes aquí– me dio un beso en la mejilla.

Se veía radiante, mi madre siempre había sido mi persona favorita y verla así, me llenaba, papá y Nicolás también habían estado en cada momento de mi vida y eran tan importantes como ella, pero la diferencia es que ella es mi luz.

–Tengo que subir algunas cosas y darme un baño–

–Está bien, pero recuerda nuestra cena– me dio un último abrazo y se apartó de mi.



Saque unas cajas del carro y las subí a mi habitación, desempaque un poco y luego me metí a bañar.

Me puse un short deportivo y una playera blanca, camine a la ventana y me pare delante de ella para ver un poco del atardecer.

¿De que sirve que yo vuelva? Tú no lo aras de ninguna manera.

Saque el último cigarrillo que me quedaba y salí al balcón para fumarlo.


Saque una camisa blanca de mi armario junto con un pantalón de mezclilla obscura, me cambie y baje a la cocina.

–Que bueno que ya estás listo, necesito que me traigas unas cosas del súper cariño–.


Camine por algunos pasillos buscando algunas cosas de una lista que mamá me había dado antes de salir

-Almendras
-Arándanos
-Uvas
-Nuez
-Aceite vegetal

Casi todos los ingredientes para mi ensalada favorita.

–Edwin– escuche que me llamaban –No sabia que hoy volvías a la ciudad–

–Si, mamá no me dejo estar más tiempo en el departamento–.

–Es entendible, y tú, ¿Estás....?–

–Pues se puede decir que bien, ¿Y tú?–

-Mejor y es entendible, solo, no dejes que te consuma– Cristopher me dio una sonrisa burlona y continuó -Irónico lo se, pase un año en negación y culpándome, pero luego supe que debía continuar–.

–¿Y el accidente?–

–Respecto a eso ya casi no duele, solo quedan cicatrices– se levantó un poco la playera y me mostró una cicatriz que pasaba por toda su espalda –Bueno, creo que ya te entretuve un rato, ¿Te parece salir después?–

–Claro–

–Entonces te espero el domingo, Nicolás y yo iremos a ver el último partido de la academia– puso una mano en mi hombro y luego se marchó.

Al llegar a casa lo primero que note fueron los 3 autos afuera de ella.

Cuando entre, el primero en recibirme fue Isaac que se encontraba en la sala viendo un partido de béisbol de las grandes ligas con Nicolás y con mi papá.

–Hasta que te dejas ver– camino hacía mi y me dio un gran abrazo.

–Me obligaron- señalé a mi mamá que en ese momento estaba regañando a Nicolás en la cocina


Luego de saludar a Nicolás y a papá camine a la cocina donde mamá estaba esperando algo de el horno, saque la comida de las bolsas y le ayude a picar todo.

–¿Todo bien cariño?–

-Si, solo estoy cansado de el viaje– le di una sonrisa fugaz y luego continué picando todo.

–Si quieres dejamos la cena para después–

Solté el cuchillo y me giré a ella –Mamá ya tienes todo listo, no la dejaremos para después, estoy bien– la abrace por los hombros un momento y luego le di un beso en la cabeza.

La cena fue muy tranquila, Isaac y yo hablamos de nuestro primer año, Nicolás sobre  su regreso a la universidad y papá de la empresa.

–Cielo, podrías traer lo que te pedí por favor- le dijo mi mamá a Nicolás. El se levantó y caminó hacía la cocina, saco un pastel del refrigerador y volvió a la mesa donde mamá lo esperaba con unas velas.

–Feliz cumpleaños cariño– me dijo mi madre.

–Ya tienes 19 años enano– continuó Nicolás.

–Ay Nicolás tú ya tienes 21– dije

–Ey, pero no es mi cumpleaños así que no se habla de mi edad–

-Estamos muy orgullosos de ti hijo– mi papá me puso una mano en el hombro y me sonrió.

Si tan solo supieran la verdad

–Muchas gracias a todos–

–Sopla la vela cariño–

Cerré mis ojos y sople la vela.

Quería ser infantil y pedir con todas mis fuerzas un deseo a esa vela, pero era ridículo pensar que se harían realidad los únicos dos deseos que quiero.


Todos comimos algunas rebanadas de pastel y luego de terminar de ver el partido cada quien se fue a algún lugar, Isaac a su casa, mis papás a su recámara y Nicolás y yo al patio.

–¿Quieres uno?– abrí mi nueva cajetilla de cigarrillos y se la pase a Nicolás.

–No, gracias– tuvo una pausa y luego continuo –¿Cómo estás?–

–Bien– levante un poco los hombros.

Me dio una sonrisa irónica –Por favor Nicolás, no me salgas con las mismas mentiras que le dices a mamá, no soy estupido, ni ingenuo, mamá no se dará cuenta, pero yo si– puso una mano en mi hombro y se giró a verme –Lo veo en tus ojos, tienes los mismos que yo tenia.... No te voy a mentir, nunca e pasado el dolor que tú estás pasando, pero lo entiendo, no te dire que lo dejes, porque se lo difícil que es, pero quiero que sepas que aquí estoy, yo te ayudaré, pero por mientras, solo cuídate– me dio una sonrisa triste y entro a la casa.

Tome mi cigarro, lo encendí entre mis labios e inhale.

Feliz cumpleaños a mi.

Respirando sin ti (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora