5. Botellas de licor

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Isaac y yo habíamos planeado pasar el fin de semana en la cabaña de sus padres, así que saliendo del café fuimos a su casa por sus cosas y luego a la mía.

Entramos a mi cuarto y por un momento Isaac examino toda la habitación de arriba a abajo en silencio, como todo el camino a mi casa lo había echo conmigo.

Luego caminó a mi armario y comenzó a sacar todo de el hasta encontrar lo que buscaba, saco una caja de zapatos donde habían cajetillas de cigarros y algunas botellas de licor, en ese momento agradecía haber guardado las drogas en otra caja.

Lo miré desde la esquina de la habitación hasta que el se giró a verme, me dio una sonrisa sarcástica y luego apretó la mandíbula.
–No se que decirte..... Mentira, si lo se, me llegan varía palabras a la cabeza para describirte, como, imbecile, idiota, estupido y muchas otras, pero no son capaces de expresar lo que siento y lo que quiero decir– tuvo una pausa y abrió la caja observando delicadamente su interior –Quiero romper cada cosa que está aquí y lo are– saco una botella y la arrojó al suelo provocando que el líquido de su interior junto con los vidrios de la botella se esparcieran por todo el suelo de mi habitación.

Continué en silencio por un largo rato hasta que rompió todas mis botellas y echo todos mis cigarrillos al escusado, no podía detenerlo, porque a pesar de necesitar todo eso, podía conseguir más, pero, no quería decepcionarlo más diciéndole eso o deteniéndolo.
Pensábamos igual, yo también sabía que todo esto era una mierda, pero no podía seguir sin ello.

–¿No dirás nada?– preguntó

Y en realidad no quería hacerlo, no podía decirle por qué lo hacía, no quería, pero pareció que me leyó la mente

–¿Por qué?, ¿Por qué lo jodiste todo?, ¡¿Por qué mierda volviste a tomar?!, Tenías años sobro Edwin, habías salido de esto, ¡Habíamos salido de esto juntos!– se pasó una mano por el pelo desesperadamente agachando su cabeza
–Dime cuánto tiempo–

–¿Cuánto tiempo?– susurre

–¡Sii!, ¿Cuánto tiempo llevas haciendo esto?, ¿Cuánto tiempo pensaste que hacer esto arruinaría todo de nuevo?, ¿Cuánto tiempo tardaste en caer ante alguien que te ofrecía esto en una fiesta?–

Tome aire y me senté en la orilla de mi cama
–Tarde horas pensando en lo que aría–

–No fue suficiente– me interrumpió

–Y volví a tomar cuando entre a la universidad– continué

–Un año– susurro –¡Un maldito año y tú no me contestas nada, ni una llamada o un mensaje diciendo que te equivocaste!– levantó su mirada y se cruzó con la mía –Porque no te arrepientes, estás muy jodido Edwin...–

Isaac tomó la chamarra que había aventado a mi cama y comenzó a caminar a la puerta de mi recámara.

–Si estoy sobrio ella no sale de mi cabeza–

Por un momento no supe si lo había dicho en voz alta o no, pero cuando se detuvo por completo supe que lo había echo.

Isaac apretó los puños junto con su mandíbula, se giró hacía mi y comenzó a caminar.

Esperaba el puñetazo en mi rostro, así que me pare, cerré los ojos y esperé.

El me rodeó con sus brazos mientras que su cabeza quedo al lado de la mía.

Isaac nunca había sido una persona que abrazara, solo había visto que abrazara a Isabella y a su madre, mientras que a mi en festividades, y que lo hiciera en este momento, era sorprendente, y de alguna manera triste porque tenía razón, yo estaba muy jodido y necesitaba un abrazo de mi mejor amigo.

Le correspondí el abrazo, intenté que las lágrimas no salieran de mis ojos, pero fue en vano, esto me dolía, demasiado y lo peor era que ni siquiera sabía de las drogas y eso, eso lo decepcionaría más de lo que ya estaba.

–Edwin, no se lo que sientes, no te mentiré con eso, pero los dos sabemos que esta no era la manera– nos separamos poco a poco quedando uno frente al otro –Tú nunca.... Nunca demostraste estar mal–

–No pensé que lo estuviese, pensé que era normal extrañarla tanto, pensar tanto en ella, pero luego, fui a una fiesta de la universidad el día que ella falleció y de un momento a otro estaba bebiendo, estando "Feliz", como hacía meses no estaba, porque ella no estaba en mi cabeza–

Isaac puso una mano en mi hombro –Ya salimos de esto una vez, podemos hacerlo otra, pero sabes que no puedo hacer esto si tú no quieres–

Claro que quiero...

–Aún no estoy listo– dije

–Y lo respeto, pero por favor, prométeme que lo aras, solo te daré hasta vacaciones de navidad, 5 meses–

–5 meses...– repetí

Isaac y yo recogimos mi habitación, preparé las cosas que me llevaría, salimos de ahí y tomamos camino a la cabaña.

Respirando sin ti (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora