13.

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Madrid, España

—Entonces, ¿ya decidieron?, ¿Qué película vamos a ver?— El chico se giró sobre sus talones para ver directamente a sus dos amigos. Ellos por su parte lo miraban con tranquilidad, esperaban que él fuera quien tomara la decisión.

Pasaron un par de segundos más, ninguno de los tres decía nada, sólo se limitaban a observarse en silencio, mientras que la gente a su alrededor comenzaba a impacientarse porque no podían elegir una simple película.

—¿No piensan decir nada?— él volvió a preguntar mientras alzaba una ceja, esperando una respuesta— vamos que si esto se trataba de una cita, habérmelo dicho antes y me traía a una amiga, así no la hacía de mal tercio.

La rubia resoplo un poco.

—Mario, sólo elige la película que tú quieras, nosotros te hemos invitado porque eres nuestro amigo, no creemos que hagas mal tercio.— la chica tomó el brazo de su amigo y lo cruzó con el de ella mientras le regalaba una sonrisa inocente, logrando que el español pelinegro rodara los ojos y riera a la vez.

—Vale, vale, ahora veo como es que logras hacer que Gabriel haga todo lo que le dices, sólo le pones esa carita de no rompo ni un plato y lo tienes a tus pies.— los dos españoles soltaron una risita mientras que el brasileño los miraba ofendido.

—Oye, también tengo mi carácter— sintió la penetrante mirada de su novia sobre su perfil, por lo que terminó tragando saliva— es decir, me encanta complacer a Vero porque es mi novia, pero tampoco soy tan fácil.— él esbozó un pequeño puchero que derritió a la rubia junto a él.

—Cuando haces tus pucheros me dan ganas de hacerte tantas cosas.— ella soltó una pequeña risa traviesa mientras pellizcaba las mejillas de su novio, él inclinó un poco su rostro hasta que logró atrapar los labios de la española a la vez que rodeaba su cintura con sus brazos.

—Okay, esto es incómodo— carraspeó el otro chico, sin embargo, no logró nada, la parejita se seguía besando, sin importarles que estaban muchas personas a su alrededor, incluyendo a la vendedora de entradas para el cine, por lo que al sentir la mirada incómoda de la chica, se giró en su dirección y esbozó una pequeña sonrisa incómoda— te aseguro que no tardan en terminar.— intentó sonar divertido para no hacer perder la paciencia de la pobre chica frente a él.

La vendedora se limitó a asentir mientras sus mejillas se le coloraban un poco por sentir la profunda mirada del atractivo español frente a ella. De hecho, creía que tal vez sería menos incómodo si él fuera él que estuviera ocupado besando a una chica, porque así no tendría que sentir su mirada clavada en ella. Juraba que en su vida un hombre tan apuesto la había mirado.

—De acuerdo...ya tardaron un poco— Mario se rascó la nuca, aún incómodo por la escena que sus amigos estaban dando— de acuerdo, ¿no te parece interesante esta planta?— intentó aliviar la tensión mientras señalaba la planta sintética a un lado de la chica, ella la miró algo extrañada y abrió la boca para decir algo, sin embargo, no tenía ni idea de que contestar ante eso, nadie antes le había dicho que una planta sintética fuera interesante— olvida la planta, ¿desde cuándo está esa máquina ahí?— señaló una de esas maquinas tragamonedas las cuales tienen un pinza que puedes mover con una palanca para intentar sacar alguno de los peluches dentro de la máquina— la última vez que vine no estaba— habló antes de que la chica pudiera siquiera decir algo— me parece buena estrategia, así la gente se entretiene en lo que esperan a que empiece su película.— él volvió a dirigir su mirada hacia la chica y le regaló una pequeña sonrisa cuando vio como esta se sonrojaba.

—Creo que tiene apenas un mes que la trajeron.— ella tragó saliva y golpeteó con sus dedos la pantalla frente a ella.

—Pues me parece una excelente idea...— él desvió la mirada hasta la pequeña placa que decoraba el bolsillo izquierdo de la camiseta de la chica. Sonrió al ver su nombre y volvió a mirarla— María— la chica una vez más se puso roja, por lo que disimuladamente miró a los acompañantes del chico para ver si de pura casualidad ya habían terminado su escena de besos y así ya podrían comprar las entradas, logrando que el atractivo hombre frente a ella, desapareciera de su vista. Mario pareció notar hacia que dirección iba la mirada de la chica, pues al ver que miraba a sus amigos que se seguían besando, decidió aclararse la garganta, sacó su cartera y sacando un par de billetes de ella, pidió tres entradas para la película de comedia que se acababa de estrenar— gracias, María.— él le regaló una última sonrisa cuando la chica le entregó las entradas.

Te amo (Aguslina) (TE #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora