2.

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Carolina comenzó a moverse por toda la cama, sentía una punzada en su vientre. Miró esta zona para cerciorarse que no fuera nada relacionado con la herida que hace meses le habían cocido después de haber sido apuñalada por un hombre que llevaba más de diez años acosandola, obsesionado con ella.

Nada, su cicatriz seguía ahí, casi invisible, y agradecía eso, cada que se tocaba esa zona de su cuerpo un millón de tormentosos recuerdos la invadían.

Suspiró, dirigió la mirada hacia el cuerpo desnudo de Agustín que descansaba a su lado. Se acercó lo suficiente a él hasta que se dio cuenta de lo tranquilo que estaba su respiración, era de lo más tranquila, sus ojos estaban relajados y una leve sonrisa se asomaba en su rostro. Sonrió ella, acercó su mano y acarició la mejilla de Agustín, una gota de sudor caía desde su frente. Sabía que hacía calor, pero los líquidos que derramaba la piel del morocho no eran precisamente por el calor, sino por la forma en que los dos habían sudado minutos antes. Se sonrojó.

Bajó su mano hasta el cuello del chico, se mordió un labio al ver una gran marca que le había hecho ella misma. Sintió como se estremeció y sintió ganas de llenarlo de más marcas, hasta que todo su cuerpo tuviera sus labios y con estos no sólo marcar su boca, sino marcar que tanto amaba a Agustín y la forma en que él le pertenecía a ella.

Sus dedos tocaron los firmes hombros de Agustín, vio un par de pecas provocadas por el sol, sonrió, ese chico podía ser tan tierno pero provocar más de un sentimiento de deseo en una mujer.

Suspiró y siguió recorriendo el cuerpo de Agustín, tocó sus pectorales y bajó hasta su abdomen, una vez más se mordió el labio, le encantaba ver cómo su pecho subía y baja tranquilamente. Y ver su abdomen tan trabajado al descubierto era algo que la volvía loca, pero cada que rozaba esa zona cerca de su ombligo era cuando sólo sentía odio por la persona que fue capaz de dañar tan perfecto abdomen.

Bajó sus labios hasta que estos rozaron la notoria cicatriz que se asomaba por debajo de la sabana que cubría una parte más del cordobés. Besó esa cicatriz que tanto odiaba ver en el chico, le repudiaba saber como el idiota de Alejandro había tenido la osadía de lastimar a tan maravilloso ser y por su culpa. Y lo que más le molestaba era que a él sí que se le notaba esa horrible cicatriz, no como ella, ella podía andar en bikini y apenas si se veía una fina línea en su vientre bajo, pero Agustín...él no podía andar por la playa con sus sexys bañadores porque esa gruesa línea llamaba demasiado la atención.

Siguió dando pequeños besos sobre aquella cicatriz que tanto odiaba hasta que escuchó un pequeño gemido, casi inentendible. Alzó su vista y se encontró con Agustín observándola mientras se mordía un labio. Sonrió y volvió a besar el abdomen de Agustín, pero esta vez todo y subió poco a poco hasta que llegó a su cuello.

—Creo que ha faltado esta parte.— sonrió sobre el cuello de Agustín y comenzó a hacer un chupetón mucho más grande que el que le había hecho del otro lado del cuello. El morocho gimió más fuerte y la agarró fuerte de las piernas hasta que la chica se encontraba encima de él por completo.

—Justo soñaba que tus labios tocaban cada parte de mi piel— volvió a morder su labio mientras acariciaba la piel desnuda de su prometida— pero al parecer no era un sueño.— sonrió y ansioso buscó los labio de Carolina, pero estos estaban aferrados a la piel de su cuello. Mordió un poco fuerte logrando un gemido más alto de Agustín y se separó. Lo miró.

—Es que me he dado cuenta que a tu cuerpo le hacen más faltas de que eres mío.— se mordió un labio y sentándose encima de Agustín, muy cerca de aquel bulto que comenzaba a despertar de nuevo.

—Creo que ya está más que claro que soy tuyo, no dejas que ninguna mujer me mire— rió un poco y Carolina alzó una ceja— amo que hagas eso pero no creo que a tus padres les agrade llegar en unos minutos y me encuentren todo lleno de marcas que fueron hechas por su pequeña princesita inocente.— esta vez se carcajeó y Carolina le dio un fuerte golpe en el brazo para que callará. Él se quejó pero siguió riendo.

Te amo (Aguslina) (TE #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora