Madrid, España
Al día siguiente, Mónica se sintió mucho más tranquila después de que a su madre le dieran el alta en el hospital. Afortunadamente, lo ocurrido había sido sólo un pequeño susto, y justo en ese momento su mamá se encontraba mucho mejor. Romina ahora se encontraba llegando a su pequeño departamento al cual llamaba hogar. Su antiguo jefe, había sido la persona que junto a su hija, se ofrecieron a ayudarla a llegar a su pequeño hogar.
—Ya les dije que no hace falta que me lleven hasta mi habitación cargando como si fuera una niña chiquita— Romina rió por lo bajo mientras negaba con la cabeza— puedo caminar perfectamente bien.
—De eso no tenemos duda— habló el apuesto español mientras cargaba entre sus brazos a la mujer que siempre consideró una segunda madre para él— pero déjame consentirte. De vez en cuando es bueno dejarse consentir y dejarse querer de las demás personas— él le regaló una encantadora sonrisa. Una de esas sonrisas que derriten a cualquier chica y las hacen suspirar, y pese a que Romina tenía casi el doble de edad que él; fue imposible que esa sonrisa no hiciera efecto en ella como en el resto de las mujeres— además es todo un honor para mí tratarte como una reina.— Enrique le guiñó un ojo y soltó una risita mientras ayudaba a la mujer de cuarenta y cinco años a recostarse en su pequeña cama individual.
—Eres igual de coqueto y galante que tu padre.— Romina negó con la cabeza mientras soltaba una risita; y junto con la ayuda del hombre que vio crecer desde que él tenía diez años, se metió bajo las suaves cobijas de su cama.
—Ay no, que horror, no me compares con ese señor, por favor— Enrique rió un poco y siguió negando con la cabeza mientras se aseguraba de que Romina se encontrara bien tapada— no quiero ser igual de cascarrabias y gruñón que él a su edad.— esbozó una pequeña mueca y sacudió su cabeza frenéticamente, como si estuviera haciendo de lado una idea.
Romina no dijo nada, sólo siguió riendo mientras observaba como ese elegante hombre que solía usar trajes muy refinados, elegantes y costosos; en ese momento se estaba preocupando por ella como si se tratara de su propia madre, así que le fue imposible no sonreír o sentir ganas de llorar al ver lo querida que era.
—Tu padre te quiere.— intentó recordarle. No era de su desconocimiento de ella ni de cualquiera que conociera a la familia del muchacho, el hecho de que Enrique nunca se ha llevado bien con su padre. No tienen una relación mala, no es que se la pasen peleando, o molestos el uno con el otro, pero tampoco tenían esa relación padre e hijo que muchos presumían, no se llevaban del todo bien, ni siquiera hablaban como amigos. Sólo mantenían una relación de respeto, de cortesía y de convivencia sana; esto quiere decir que evitaban hablar si no era necesario, sólo lo hacían cuando era realmente necesario. Se respetaban y jamás hablaban mal el uno del otro con terceros, y siempre que habían conflictos entre ambos, intentaban solucionarlos solos y lo hacían de la manera más decente posible.
Su relación era la misma que tienen dos personas que son compañeras de trabajo y que nunca han hecho el esfuerzo por romper la barrera del compañerismo para escalar a la de la amistad. En el caso de Enrique y su padre era lo mismo, no rompían la barrera de la relación considerada como "respetuosa" entre un padre y un hijo que no conviven mucho y son algo distantes, para escalar a la de la amistad, a la de una familiaridad por gusto y no por compromiso.
—Me quiere lejos de él, es lo que quieres decir en realidad.— Romina abrió su boca un poco indignada pero al ver que el apuesto hombre frente a ella, había hecho su comentario con algo de diversión y broma, soltó una pequeña risa y negó con la cabeza.
—Eres un...
—Siento interrumpir, pero ya es hora de que tomes tu medicina, mamá.— Romina no pudo terminar de hablar porque en ese momento, su pequeña hija entró a la habitación con un vaso de agua en una mano y un frasco de medicinas en la otra.
ESTÁS LEYENDO
Te amo (Aguslina) (TE #3)
FanfictionLos años pasan pero los recuerdos se quedan, y el espejismo de lo que pudo haber sido su vida perfecta siempre estará ahí, rondando en su cabeza. ¿Al fin podrán ganar todas las batallas y salir adelante juntos? ¿Llego su momento de ser felices? ¿Pod...