Capítulo XI

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𝑋𝐼

🌊

Sin clases durante 2 días por la tormenta, el baile pospuesto dentro de 4 días y yo encerrada con Chris, Adrián y Ceci.

Los Taylor pasaron de quedarse un día a dos días más, la causa: la tormenta.

La lluvia era demasiada, y mi abuelo nuevamente volvió a hablar con la señora Taylor y también tardó en aceptar, pero aceptó.

—¿Qué haremos hoy?—preguntó Ceci, llegando a la sala con papas de chile.

—Ver películas—sugirió Adrián.

—¿De nuevo?—dijo Chris agarrando una papa.

—Tengo una idea—los miré—¿están dispuestos a mojarse?.

Los Taylor me miraron raro, más Adrián, pero su repuesta fue un si y Ceci ya sabia lo que iba a hacer.

—Siganme—me pare del sofá y dirigí hacia la entrada, seguida por los Taylor y Ceci.

—¿Saldremos a la lluvia?—preguntó Adrián.

—Así es—di una media sonrisa.

—Aceptó—dijo Chris saliendo a la lluvia.

Cuando Chris salió, su ropa se comenzó a mojar, su playera gris se pegaba a cada centímetro de su cuerpo, dejando ver su abdomen, y su cabello castaño se le pegaba en la cara, se veía tan... tan hermoso y sexy así.

Buena idea tuve.

Me apresuré a salir, igual que Ceci seguida por Adrián.

Todos estábamos bajo la lluvia, mojandonos y disfrutando las gotas que caían. Chris me daba vueltas mientras bailabamos el tatareaba la canción que puso el día en la playa y eso hacía más hermoso el momento. Así estuvimos por un tiempo, sin saber a que hora se metieron Ceci y Adrián, solo quedábamos el chico castaño y yo.

Y sin saber en que momento, Chris y yo quedamos un poco—bastante—cerca.

—Mar...—habló Chris, relamiendo sus labios para luego conectar su mirada a la mía.

Hola nervios. Es un gusto traerlos de vuelta.

No hablé y solo me dedique a mirar sus labios mojados por la lluvia.

—Tal vez me quieras golpear después de esto, pero ya no puedo esperar más.—habló de nuevo.

El no espero ni un segundo a que yo respondiera y estampó sus labios con los míos, rápidamente subí mi mano a su cabello, hundiendolas en este. El beso era un poco lento, deseado, húmedo, trasmitía una necesidad.

Al separarnos el pego nuestras frentes. Y esta vez yo fui la primera en hablar.

—No sé porque, pero quiero golpearte—le dediqué una sonrisa.

Claro, era broma, en realidad quería hacer otra cosa.

Chris me pego más hacia el—Hazlo.

—No porque haré esto—lo besé.

El enseguida lo siguió, el beso fue un poco más rápido y más profundo.

Al separarnos, escuchamos una tos fingida proveniente de la casa, al voltear miramos a Adrián y a Ceci mirándonos con una mirada pícara a lo que nosotros solo reímos y yo me puse totalmente roja.

—Me gusta ver como te sonrojas—me susurró Chris.

—Cállate y mejor entremos—le di un leve golpe en su hombro y caminé en dirección a la casa.

Al entrar, me fui directo a mi habitación a cambiar, después bajé para ver ya a todos secos.

El abuelo les presto ropa a los Taylor de cuando mi abuelo era joven.

Tenía buen gusto mi abuelo y lo sigue teniendo.

🌊

En la madrugada por alguna razón no lograba conciliar el sueño, así que traté de bajar a la cocina, con cuidado de no despertar a Ceci, aunque no creo que la despierte, tiene el sueño muy pesado.

Para poder llegar a la cocina tenía que recorrer la sala, así que traté de no hacer mucho ruido con mis pantuflas ya que en el sillón estaban dormidos los Taylor. Ellos insistieron en quedarse en los sillones, y no los culpo, en verdad son muy cómodos, un par de veces me quedaba ahí a dormir y se dormía muy cómodo.

Sigo pensando seriamente en cambiar mi cama por el sillón.

Cuando al fin logré estar en la cocina, me quería servir un vaso de agua con hielos, pero siempre tengo que subir a un banco para alcanzar los vasos. Tuve éxito en bajar mi vaso de Winnie Pooh, era uno que tenía desde pequeña y uno de mis favoritos, tal vez es absurdo pero me gusta. Aparte es un recuerdo de mi mamá.

Mientras me servía mi vaso de agua, no pude evitar en pensar en el beso. Lo que provocó que mi rostro se pusiera rojo y tocará mis labios.

Bese a Chris.

—Con gusto lo volveria a repetir—habló de la nada Chris.

¿Desde que momento está aquí?

Di un pequeño salto—¿Desde cuando estas aquí?, ¿No estabas dormido?.—pregunté dejando a lado mi vaso.

—Si, solo que no he logrado dormir.—se recargo en el desayunador.—Vaso de Winnie Pooh... me gusta. —le dio un mirada.

—A la mayoría le gusta Winnie Pooh—hablé agarrando mi vaso.

—A mi no.—asomó una sonrisa divertida al ver mi cara.

¡Como no le puede gustar Winnie Pooh!

—¿Cómo que no te gusta?—susurré gritando.

—No me gusta, pero si a ti te gusta a mi probablemente me puede gustar—comentó.

A lo que yo solté un risa silenciosa—¿Encerio?.

El solo se encogió de hombros y se que quedó pensativo.

No tomé importancia y me dediqué a sacar los hielos y colocarlos en la agua.

—Pooh pantuflas de ovejita—habló de la nada.—nuevo apodo.

—No, no queda—fruncí el ceño.

—Cierto, entonces te llamaré Pooh y en ocasiones especiales pantuflas de ovejita—comentó.

Yo solo alcance la ceja.

—Eso lo tomaré como un acepto que me digas así.—se levantó de la silla—Ahora a dormir bella durmiente, tienes que preparar mañana tus deliciosas quesadillas y yo te ayudaré—agarró mi vaso y me guió hacia las escaleras.

—¿Solo para eso quieres que duerma?—le quité mi vaso.

El ladeo la cabeza—No, pero las puedes hacer.

—¿Que te hace pensar eso?.

El solo se acercó y me plantó un beso rápido—A dormir que yo también tengo sueño, Pooh.

Puse los ojos en blanco—Bien.—Chris beso mi frente.

—Descansa.—dijo susurrando.

Subí con cuidado y arriba tomé de esa agua tan fresca ya que los hielos se estaban deshaciendo, aunque hay una tormenta sigue haciendo calor.

Como no, con el beso de Chris, como no va hacer calor.

En la orilla del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora