🌊Extra🌊

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Sin intensiones supe el nombre de esa chica y sin intenciones le dije el mio.

Al principio cuando mi tía la menciono no le tomé importancia, después cuando salí de la oficina y por accidente le tire las hojas, tampoco me dio tanta importancia pero cuando la traté más y llego el querer disculparme con ella. Supe que esa chica había tomado mi atención. 

La ultima vez que la mire fue cuando le invite ese helado, pero quería verla.

El sonido de la caja registradora me sacó de mis pensamientos, lo que me hizo sacudir un poco la cabeza.

—Aquí tiene, chico—la chica que atendía la cafetería me dio el cambio.

—Gracias—cuando estiré la mano para recibir el cambio, sentí como la chica acaricio mi mano mientras me daba una hoja de papel hecha bola. 

Ella sonrió—Que tenga buen día.

Asentí lentamente. 

Antes de marcharme de la cafetería, desdoble a hoja, en esta estaba su número de teléfono.

A mi sinceramente no me interesaba. Alce mi vista para verla ella, la chica ahora tenía una sonrisa coqueta y yo un poco incomodo por la situación solo apreté los labios y le di una pequeña sonrisa forzada.

Ahora si dispuesto a irme, caminé hacia la puerta pero antes de salir por ella, escuché un pedido al nombre de Mar, eso llamo mi atención.

Podría haber muchas Mar en el mundo—claro que las demás no tendrían esa sonrisa cálida y ese mar en sus ojos— pero sin duda el nombre de James Deyan, no era de cualquier persona.

Bueno...

Am...

A veces es bueno tener dinero, aunque no es bueno y no me gusta aprovecharme de eso pero tenía tantas ganas de verla. 

Desvié mi camino, para luego caminar en dirección del repartidor asignado para llevar la entrega. 

—¿Me dejaría hacer este pedido por usted?—pregunté.

Lo vi dudar.

—Prometo pagarle lo doble—traté de otra manera.

Esa manera no era de mi agrado pero enserio quería verla. Y eso era raro de mi, debido a que por más que una persona llamará mi atención, jamás lo habría hecho pero lo estaba haciendo. Entonces, Mar, me estaba haciendo hacer cosas que nunca habría hecho, sin embargo estaba seguro de que valía la pena.

—Es en la calle... —dijo enseguida.

La sonrisa en mi rostro se había expandido.

Teniendo la dirección, me puse en marcha. 

Llegué a una casa muy linda, con un pequeño jardín, lo que enseguida me hizo saber que era la casa donde vivía, Mar Deyan.

Las fotografías de papás me habían servido de algo. 

Bajé de la motocicleta y llamé a la puerta.

Esperé...

Al fin cuando hizo presencia en la puerta, la miré detalladamente. Llevaba puesto una pijama que le quedaba muy bien a mi parecer, así como me llamó más la atención unas pantuflas de ovejita.

Fingí que no sabía que ella vivía ahí.

—Hola, una orde... —me interrumpí a mi mismo—¿Nos toparemos siempre no es así, Mar?

Sacudí un poco la cabeza, retiré el sudoroso casco y sonreí al ver su rostro.

—Creo que si—alzó los hombros tratando de restarle importancia—¿Cuando va hacer?—le di la cajita con el postre y ella lo recibió.

—70—me entregó el dinero.

Sonreí.

 —Gracias y que tenga un buen día, señorita pantuflas de ovejita—realice una reverencia.

Mar soltó una pequeña carcajada.

—Supongo que gracias. Nos veremos mañana en la escuela, chico castaño.

No quería despedirme de ella pero fue demasiado tarde para tratar de iniciar otra conversación.

Ella ya había cerrado la puerta.

🌊

¡Hola!

Este es un pequeño y corto extra de "En la orilla de mar" para celebrar el cumpleaños de nuestra querida Mar Deyan. 

Pero, este no solo será el único extra que publicaré, así que durante el día esperen otro más.











En la orilla del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora