Capitulo 15

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- Lo siento, Coronel. - Dijo la forense. - Son los mismos dióxidos que en Prothero. Estos venenos los encuentra en donde sea. - Cubre el cuerpo del gran Almirante y prosigue sacándose los guantes descartables. 

- Gracias, Delía. - Agradeció Yularen. 

- ¿Tienen una pista del sujeto?

- Sinceramente, ninguna aun. - Camina hacia ella. - Pero hay algo mas con lo que podías ayudarme. - Le entrega una flor. - Te iniciaste como botánica, ¿no es así?

- Es una "Carson Escarlata". - Respondió ella después de ver la flor. - Se suponía que estaban extintas. 

- Las deja junto a sus victimas. Te agradecería si la examinaras. Cual quier información sera de utilidad.

- Por supuesto. 

Suena el comunicador de Yularen. - Disculpa. - Dijo y se aparto. Encendió el comunicador. - ¿Si?

- <<Ya termine de revisar el expediente, coronel. Sera mejor que venga aquí.>>

- Si, claro. - Mas tarde en el Buro de Seguridad Imperial. - Por dios, los mato a todos. - Dijo a leer la lista del personal de Larkhill.

- Todos, menos a una. - Respondió el Agente y le muestra un documento medico. 

- ¿Quien es ella?

- No lo se. Sin duda tenia un puesto de mando en Larkhill. Pero después de cerrarlo, desapareció por dos años, hasta que solicito una visa al exterior que le fue negado. 

- ¿Quería escapar?

- Probablemente, porque después todo rastro de ella desaparca. 

Llego a la conclusión. - Se cambio de nombre. 

- Si, eso parece. Llame al registro, pero aun no me han informado. Es tarde, o temprano.

- Insiste, quiero el nombre.

Unos dedos apretaban una serie de botones, la combinación abrió la caja fuerte. La Doctora forense saco un viejo diario de tapa roja, y cerro la caja. - ¿Estas seguro de eso? - Pregunto el agente en llamada. - Okay, gracias. - Cuelga. - La doctora Diana Stanton es el nombre de Delia Surridge.

- ¿La forence? - Pregunto Yularen. 

- Si.

Agarra su abrigo y su blaster. - Ahora la quiere a ella. 

La doctora se despierta de su sueño. La ventana de la habitación estaba abierta, era de noche y la luz de la ciudad la iluminaba. - Eres tú, ¿verdad? - Ella pregunto. - Has venido a matarme.

- Si. - Respondió V.

- Gracias. 

Yularen y su compañero viajan en su speeder hacia el hogar de la Doctora Surridge. - <<No contesta ese numero. Hay un problema con la conexión.>>

- Justo ahora. - Yularen apaga su comunicador. - Esta con ella. 

V salio de las sombras y se sentó en la cama de la doctora, esta aun estaba acostada. - Después de lo que paso, después de lo que hicieron, llegue a pensar en matarme. Pero sabia que un día vendrías por mi. Yo no sabia lo que iban a hacer. Te lo juro. Lee mi diario. 

- Lo que hicieron solo fue posible gracias a ti. 

- Opperheimer pudo cambiar mas que el curso de la guerra. Altero el curso de la historia. ¿Es un error a aferrarse a esa clase de esperanza?

- No he venido por lo que confiabas lograr. He venido por lo que hiciste. 

- Es curioso, me dieron una de tus rosas este día. No estaba segura que eras el terrorista hasta que la vi. Es una extraña coincidencia que hoy recibiera una.

- No existe las coincidencias, Delia. Solo la ilusión de una coincidencia. Yo traje otra rosa. - Le muestra la flor. - Y esta, es para ti.

Ella toma la flor. - ¿Es hora de morir?

- Ya lo hice hace diez minutos. - Le muestra la jeringa. - Mientras dormías. 

- ¿No me dolerá?

- No.

- Gracias. ¿Es inútil una disculpa? ¿una...

- Jamas.

- Como lo siento. - La mano que sostenía la flor cae sobre la frazada. 

La sirena de las autoridades se escuchan y un minuto después Yularen y su compañero entran a la habitación, solo para encontrar a la doctora muerta. - Ya la mato. - Luego vio el diario rojo en la mesita de noche. 

Sabine en el Imperio - (rebels - Fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora