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Cree una página en Internet dónde vendía mí virginidad. Me puse un apellido falso porque no iba a poner mi verdadero. Luego puse otra información mía cómo mi edad, estatura, peso, color de ojos y de cabello. Mis medida de los bustos, glúteos, cintura y uno que otro dato interesante o que atrajera más la atención y puse mi correo electrónico para que me contactaran por ahí. También especifique que el dinero fuera en efectivo ya que no lo quiero en una cuenta. Sospecharian de una joven cómo yo de 18 años con una cantidad de dinero grande bueno si es que me gano una cantidad grande. Prefiero evitar ser investigada o algo por el estilo.

Es fuerte no. La realidad de una jovencita cómo yo a sus 18 años.

Apesar de todo nunca me he rendido y nunca me rendiré no me daré por vencida. Pero sino me voy de casa estoy segura que todo terminará muy mal algún día en alguna tragedia o algún desastre en casa y quiero evitar o huir de eso. Además, no soy feliz en casa, no me espera nadie en casa, no tengo a nadie en casa por quién preocuparme o que se preocupen por mí o alguien especial que ame o que sea especial para mí. No tengo ningún obstáculo y nada que me lo impida.

***
PDV. Persona desconocida

— Es ridículo. — Se ríe. — Pero bueno no se puede juzgar. — Voz varonil. — Pero mira que hay chicas buenísimas en estos sitios de Internet.

— Allá esa la vida de ellas y es su decisión. — Otra voz varonil. — No se puede juzgar a un libro por su portada. Además, Logan, sólo porque sea mujer no significa que no tienen derecho hacer lo que quieran con su cuerpo. Sí ellas quieren vender su virginidad, castidad o florcita o cómo sea que le digan que lo hagan.

— Pero, acéptalo. Es ridículo además son jovencitas ¡Míralas! — Le enseña una jovencita rubia de pelo muy rizado y de tez muy clara. — Ella puede ser modelo o tener lo que sea.

— Logan, no seas de mente cerrada tarado. No sabemos la razón por la que lo hacen o que hay detrás de todo eso. Es cómo si tú y yo fuéramos unos críos o tuviéramos 18 años y hiciéramos lo mismo.

— Sí, pero... — cruza los brazos por detrás de si espalda y se recuesta un poco. — Nosotros somos hombres.

— Pone los ojos en blanco. — No pienso discutir contigo este asunto. Además, cómo diantres terminaste en esas páginas buscando jovencitas que venden su virginidad. Ni creo que haya sido pura casualidad.

— Pues, sí lo fue y yo entré y me dio curiosidad.

— Cómo digas. Tú sigue ahí mirando en tú teléfono yo seguiré haciendo mi trabajo. — Firma unos papeles.

Los dos hombres se encontraban en una oficina. El del pelo negro de ojos azules se encontraba haciendo su trabajo concentrado y el otro se encontraba sentado en otra silla observando su teléfono perdiendo el tiempo y mirando las páginas dónde habían jovencitas vendiendo su virginidad. Algunas le llamaban la atención y le entraba curiosidad pero sólo decía  "meh" y seguía de paso. Hasta que encontró a una que lo deslumbró. Era joven, bella, de ojos azules, pelo negro, parecía perfecta pero parecía tan perfecta que no parecía creíble que una chica cómo ella estuviera vendiendo su virginidad o que fuera virgen.

La observó por unos minutos embelesado y luego al ver sus rasgos se acordó del tipo de chica que le gustaba a su amigo el solteron cuarentón y ella cumplía con esos requisitos así que se le pasó algo por la mente y se la enseñó.

— ¡Wow! — Exclamó y exageró un poco. — Mira está chica.

— Logan, déjame trabajar.

— Sólo mira está chica y te dejo en paz.

Él amigo suspiró y se lleno de paciencia.

— A ver, enséñame.

Logan, sonríe y le muestra a la chica. Él hombre pensó que sería un chica básica o algo normal por estilo y que no sería tan bonita como exageraba su amigo. Pero al verla su vista se llevó una sorpresa. La chica estaba cómo para decir "¡WOW!" De verdad. Parecía una modelo pero parecía tan increíble que no parecía verdad.

— Cierra la boca que se te cae la baba. — Bromeó su amigo.

Él carraspeo y se reacomodo.

— Sí, mmm... déjame verla más de cerca. — Agarra el teléfono de su amigo en sus manos.

La observó con más detalle y admiración. Se llamaba, Amalia Pure y tenía 18 años.

𝕍𝕖𝕟𝕕í 𝕄í 𝕍𝕚𝕣𝕘𝕚𝕟𝕚𝕕𝕒𝕕 𝔸 𝔸𝕕𝕒𝕞 𝕃𝕠𝕒𝕟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora