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El último viernes antes de iniciar las clases, Carlos nos informó que tendríamos una actividad para desestresarnos, así pues, después de la cena fuimos al último nivel del estacionamiento.
- Transformense, cachorros.
Nos quitamos los zapatos y calcetines, yo me quito además el cinturón. Últimamente he mejorado mucho en ésto, lo he hecho bastantes veces hasta lograrlo fácilmente, y ahora no me siento tan confundida respecto al mundo cuando estoy en mi forma lobuna, Carlos dice que es porque mi conciencia humana está ahí ayudando a la conciencia animal, y antes simplemente la animal la dejaba de lado, desplazandola.
Cierro los ojos y me concentro en sentir mi cuerpo quemarse desde dentro, al abrirlos de nuevo me encuentro con una loba blanca mirándome, me ayuda con la ropa y cuando estoy libre le ayudo, entre las dos le ayudamos a un lobo negro. Cuando todos estamos libres corro hacia un »balón« y juego junto con el lobo café y la loba color canela, mordemos y empujamos el balón de un lado a otro; la loba y el lobo se empiezan a empujar y provocarse, yo me lanzó sobre el balón y se me va de las patas, el balón pasa por debajo de la camioneta y me agacho para ir por el, al salir doy unos pasos y me detengo al encontrarme con dos lobos gris claro, me acerco lentamente para olerlos, no reconozco su aroma, me echo para atrás pero uno de ellos me muerde del cuello, me retuerzo pero no me suelta, lanzó un lloriqueo antes de que se coloque detrás y encima de mí, me retuerzo más pero no me suelta. Algo me hace caer a un lado, el lobo gris me soltó y ahora está a unos pasos de mí, el lobo blanco con café le gruñe, tiene el pelaje erizado, huele a enojo; me levanto y me meto entre las patas delanteras del Líder para yo también gruñirles a los lobos grises, otros dos lobos y una loba de la manada se ponen a los lados del Líder y gruñen, los lobos grises dan pasos hacia atrás lentamente hasta irse; cuando ya no los escucho el Líder me huele detrás de la oreja y me da unos lenguetazos, nos damos la vuelta y entro por debajo de la camioneta detrás de los lobos y la loba, el Líder entra detrás de nosotros y al salir se sienta en medio del espacio del hueco debajo de la camioneta.
Juego mucho con los lobos, corremos y nos mordemos la cola y nos empujamos en la panza con la nariz para hacernos caer.

•••

El lunes me levanto temprano para bañarme antes de desayunar, después del desayuno me voy con Anahí a la prepa, ya me había explicado un poco como están distribuidos los salones y edificios por lo que no estoy totalmente perdida, aún así me promete ir por mí al terminar cada una de mis clases y llevarme a la siguiente. El día pasa con normalidad, exceptuando que creo que soy la única de cuarto semestre que es nueva en la escuela, la gente se conoce entre sí por lo que me siento un poco llena de pánico y nervios.
Entro a la clase de biología y me siento en una de las bancas centrales, todo inicia normal, la profesora se presenta (se apellida Perales, y, según dijo Anahí, así le llaman los estudiantes): es una mujer bajita y con algo de sobrepeso, de cabello corto pintado de rojo, usa lentes y se ve sería. Nos reparte hojas con el programa y las indicaciones generales para su clase, mientras nos las repite sentada en su escritorio; cuando va más o menos por la mitad un olor me distrae, no logro ubicar bien de que olor se trata: parece café o chocolate, pero dulce, como si fuera un perfume; me concentro en sacar mi olfato lobuno para ubicar de dónde proviene pero, mientras lo dirijo a cada parte del aula, un olor muy distinto me llega, uno que el olfato humano no podría oler siquiera, giro la cabeza a un lado, allá, dos lugares hacia la derecha y uno hacia atrás de mi posición se encuentra un chico güero de cabello y ojos oscuros, de él proviene el olor, es un hombre lobo, supongo que le miro con intensidad porque en cuanto me voltea a ver yo giro la cabeza hacia la profesora. Durante toda la clase no me puedo sacar al chico de la cabeza: Anahí me dijo que no habían más en ésta escuela, incluso Armando, y Joel que el semestre pasado terminó la preparatoria, dijeron que nunca se habían topado con otro aquí. Al terminar la clase espero a que todos se vallan, Anahi me espera afuera.
- Te tardas.
- Hay un chico como nosotras - le digo en voz baja mientras me conduce a mi siguiente clase.- Es el de la mochila negra y playera azul claro. - le señalo delante de nosotras.
- ¿El que tiene un lunar gigante en la barbilla?
- No, el güero de cabello corto.
Le observa durante un buen rato.
- Nunca antes lo había visto.
- ¿Qué deberíamos hacer?
- No lo sé, lo más probable es que esté con una manada y, si es así, 3 no somos suficientes...
- Ya veo, bueno entonces lo dejamos pasar... Y en la noche puedo comentárselo a Carlos...
- Sí, creo que es lo mejor, ¿te veo al final de las clases?
- Claro. Quédate atenta por si encuentras más, y si los encuentras mándame un mensaje.
- Sí, tú también.

En la cena me sirvo una buena porción de ensalada y arroz, si voy a cenar con Carlos mejor que no piense que como solo carne. Lo encuentro en una mesa con la mayoría de la manada; Anahí se va a sentar con su propia manada.
- Hola.
- Hola, hermosa. - saluda Alejandro dándome un beso en la mejilla. Al inicio pensé que me coqueteaba pero con el tiempo entendí que es una persona en exceso cariñosa.
- ¿Qué tal la escuela, cachorra?
- Bien, hay muchas cosas que ya se me olvidaron pero Ana prometió ayudarme en lo que necesite.
- Recuérdame ser simpático con ella. - comenta con humor; me rio un poco igual que él, generalmente es simpático con todas las personas aquí.
- ¿Qué tal tu trabajo?
- Bien, tengo un par de proyectos que empezar y los que están empezados van viento en popa.

Después de la cena me mantengo cerca de Carlos, después de un rato me dice que lo acompañe, no dice a dónde pero igual le sigo, llegamos a uno de los pasillos menos transitados y se pone delante de mí.
- ¿Qué pasa?
- Hay alguien en la escuela, comparto una clase con... esa persona; - jugueteo con mis dedos y con el borde de mi playera.- Es como nosotros y Anahí dijo que nunca antes lo había visto; ella y otros dos chicos dijeron que los semestres pasados nunca habían encontrado ningún otro que no perteneciera a éste lugar. Y, bueno, decidimos que lo mejor era comentarlo contigo antes de hacer nada.
- Okay. Primero gracias por consultarme; ésta persona, creo que deberían evitar lo mejor que puedan el relacionarse hasta conocerle un poco, y si se relacionan quiero que eviten los problemas, no quiero que se enemisten solo porque no se conocen o porque pertenecen a distintas manadas. No pasa nada porque hayan más como nosotros en un mismo lugar ¿sí?
- Sí, vale, entiendo. Gracias, no sabía cómo actuar.
- Para eso estoy, cachorra. ¿ Hay algo más?-
Niego con la cabeza- Entonces vamos a dormir.
Pasa un brazo sobre mis hombros y me acerca a él, yo paso un brazo por su cintura y sin darme cuenta estoy sonriendo; en éstos meses he formado un lazo muy fuerte con él, es como mi figura paterna, de hecho le quiero más que a mi propio padre. Cuando llegamos a su puerta me da un beso en la coronilla.
- Descansa, peque.
- Tú también, adiós.

Me acuesto en una de las bancas, estoy cabeza con cabeza con Erica, una chica dos años mayor que yo, suelo jugar básquet con ella; Anahí llega y se acuesta junto a mí dándome la espalda, le pasó un brazo por la cintura.
- ¿Qué te dijo Carlos?
- Que nos mantuvieramos lo más alejadas posibles de él hasta conocer un poco más sobre su situación, y que no nos enemistemos y evitemos los problemas.
- Suena...
- ¿Cómo un adulto?
- Ja, es un adulto. Pero, supongo que deberíamos hacerle caso.
- Bueno, si yo no lo hago podría tener problemas con él.
- Jajaja, perdedora.
- Grosera. - le digo como si nada, bostezo y se me llenan los ojos de lágrimas. - Descansa.
- Tú también.
Se acurruca un poco contra mí y yo paso mi otro brazo bajo su cuello para tratar de que se entumezca lo menos posible durante la noche. Al poco rato nos quedamos dormidas.

una nueva manadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora