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Para el final de la semana estoy muerta de cansancio; comparto 3 clases con Matías, el chico lobo, y compartimos la misma mesa en el laboratorio, además de que es mi pareja (obligatoriamente porque la profesora decidió las parejas) para los proyectos de la clase de desarrollo humano. Y por si fuera poco, Carlos me ordenó no iniciar ninguna clase de pelea con él, como si a mí me encantara pelearme.
- Hola, Dan ¿Cómo estás? - pregunta Ximena, sentándose a mi lado en una banca. Dejo de lado el libro que estaba subrayando.
- Hola, bien ¿y tú?
- Igual, es solo la primer semana de clases. Hablando de eso ¿quieres ayuda? ¿Qué es, química?- pregunta señalando el libro que tengo sobre las piernas.
- No, estoy bien, gracias. Y sí, química.
- ¿Hace cuánto que no ibas a la escuela?
- Hum...hace como un año o dos- pienso un momento-; unos meses después de cumplir 14.
- ¿Cómo es que no te sientes pérdida entre las materias?
- Pues..., estudié en internados... y muchas cosas que estoy viendo ahora ya las había empezado a estudiar.
- ¿Puedo preguntar por qué te fuiste de tu casa?

*Flashback*

£££

- ¡Pon las manos sobre la mesa!
La madre Elisa da un golpe con su regla de madera en el borde de mi mesa; está enojada, tiene una mano en la cintura. Yo también estoy enojada: ella empezó, ella dijo cosas horribles de mí a toda la clase, yo no iba a quedarme callada y dejarla hacerlo solo porque es mi maestra. Da otro golpe con su regla:
- ¡Las manos! ¡YA!
Con los ojos llenos de lágrimas pongo las manos en la mesa con las palmas hacia arriba. Suelta un golpe que me hace gritar y acercar mis manos a mi pecho, las lágrimas se salen de mis ojos.
- ¡La otra mano!
Con miedo pongo la mano en la que todavía no me ha pegado, recuerdo la última vez que no hice caso y terminé en la enfermería con las manos reventadas. Un segundo golpe hace que llore aún más. La madre Elisa me toma de una oreja y me levanta de mi asiento, me dirije afuera del salón y me pone con la espalda contra la pared.
- Quédate aquí.
Entra al salón y sale con dos biblias.
- Pon las manos en cruz.
Extiendo los brazos a los lados con las palmas hacia arriba, como Jesús en la cruz, la madre Elisa me pone una biblia en cada mano.
- Quédate así hasta que yo te diga, si te atrapo haciendo trampa te irá muy mal.
Vuelve a entrar al salón y yo me quedo llorando en el pasillo.
Al llegar a casa mamá se va a la cocina diciéndome que vaya con papá a decirle lo que sucedió y a que firme el reporte que enviaron de la escuela. Mamá fue por mí a la escuela, igual que siempre, y la hicieron pasar con la madre superiora, la madre Elisa contó solo mentiras. Llego al despacho de papá y toco la puerta quedito, esperando que no me escuche.
- Pasa. - su imponente voz hace que se me llenen los ojos de lágrimas. Paso y me acerco lo menos que puedo a él, le doy el reporte con la cabeza baja.
- Tienes que firmarlo. - le digo con voz baja y aguda. Se queda callado unos segundos.
- ¿Interrumpiste a tu maestra a mitad de su clase para insultarla? Daniela Abigail, contesta.
Se levanta y yo rápidamente camino hacia atrás, pero es más rápido y me toma del brazo haciéndome daño.
- ¡No, ella empezó! Dijo que era una sucia pandillera y que me iría al infierno porque Dio..
- ¡Cállate! - se saca el cinturón que lleva puesto e intento escapar, me lanza contra su escritorio.- Tú nunca entiendes ¿verdad? Hoy no tengo tiempo para tí Abigail, así que te daré un cinturonazo por cada año que tienes.
Me da la vuelta de forma que quedó viendo la madera de su escritorio
PLAZ
El dolor me recorre la espalda, grito.
PLAZ PLAZ PLAZ PLAZ PLAZ PLAZ PLAZ
Me toma del brazo y me saca de su estudio, cerrando la puerta tras de mí. Lloro tirada en el suelo; mi madre llega y me levanta poniéndome de pie.
- Ve a cambiarte, arrugarás tu uniforme.
Se va de nuevo hacia la cocina y yo corro hacia las escaleras, hacia mi habitación.

una nueva manadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora